Una película que empieza como todo filme que se pretende
fácilmente de cine arte, con un hombre al que todo le molesta, es antisocial y
es raro, pero no insoportable, se le pretende irónico en tono leve, un barbero
que no gusta de hablar, de no comunicarse demasiado y teme hasta recibirle el almuerzo
a su cuñada para no deberle ningún favor. Pero pronto el filme gira y se vuelve
una película de la relación del protagonista Mr. Mo (Gi Ju-bong) y la gente que
lo quiere de alguna forma, incluyendo a los asiduos de un club de natación,
especialmente con su hijo cineasta ayudado por una esposa más inteligente y
buena onda que él. Mr. Mo se muere de cáncer y quiere hacer una película,
siempre quiso ser actor y nunca pudo, y se inspira en Charles Chaplin y en su propia
enfermedad.
El filme del surcoreano Lim Dae-hyung viaja con Mr. Mo a
preparar la película, un acierto es que el corto que veremos al final lo vamos
apreciando –sin saber mucho- en escenas previas del filme que cobran sentido al
verlas en el corto finalmente. El viaje de Mr. Mo tiene revelaciones, pero a
estas les falta peso, y no generan ningún cambio o empatía especial, aunque más
tarde en esa sala de cine reconozcamos a los pocos asistentes, gente secundaria,
Mr. Mo ante todo ha sido un solitario y un hombre hermético. El filme tiene
comedia y trasmite su pequeña cuota de sensibilidad, aunque pretende más de la
que llega y cuando se relaja funciona mejor. En su desarrollo se vuelve más común
y amable como película y gana más bien. Es un filme que no es perfecto, pero
tiene su interés y entretenimiento.