Se presenta como un documental, pero termina diciendo el
director y protagonista del filme, sea con su voz en off o con su presencia, ya
que la propuesta trata de él, el argentino Iván Granovsky, que se considera
actor, no productor ni director de cine, mucho menos periodista (específicamente
corresponsal de guerra) que es a lo que juega en la presente película, con lo
que da a entender que el documental más bien trata de un cuento. Pero, ¿qué
vemos?, a un chico bien, de familia con dinero, por la madre, y de padre
periodista político, que busca encontrarse en alguna labor, tener algún tipo de
éxito, aunque exponga más bien sus fracasos, pero muy ligeramente, como quien
quiere caer simpático.
La película pasea por diferentes partes del mundo, juega con
las banderitas (la de argentina hace gracia con el sol de cabeza), esto se ve
muy fácil, muy relajado, los viajes son el plus del filme, lo que lo hace más
que una ocurrencia de a ver en que puedo brillar. Granovsky intenta hacer de
periodista, pero no le nace muy bien, aunque tiene un fuerte vínculo con su
padre –que admira- a quien entrevista y comparte un trato próximo en la
película. El protagonista enseña en pantalla sus cartas/conversaciones intimas
con sus padres, amigos y algún posible contratante. El filme intenta y logra
ser cálido en su tono ligero. También se pretende espontáneo, como que se va haciendo
el filme al andar, con los pedazos de cada fracaso, que acerca empatía con el
público o eso supone, incluyendo los amorosos, ya que Granovsky no es ningún
conquistador, es un hombre sencillo, de eso va, hasta demasiado simple y con
muchas limitaciones si pensamos en los fracasos, cosa que uno creería lo
contrario con su personalidad, esa que exuda como guía del filme, con una voz
que se oye inteligente.
El filme fluye, no es muy revelador, pero también pretende
transparencia, leve intimidad, aunque quiera al final catalogarse como actor,
que está fabulando una ficción de cómo se muestra, un perdedor en busca de
gloria (dinero parece que ya tiene). Granovsky nos dice, no soy ninguna
luminaria, nos muestra sólo a un buen tipo, uno como cualquiera diría. El filme
tiene gracia aunque no va de nada especifico, lo cual es un tipo de cine arte y
de documental, y a veces importa demasiado poco, pero entretiene, genera
atención y puede que hasta complicidad, aunque surja intrascendente, filmando a
papá, casual con mamá y paseando (por ahí hablando sin anhelo de profundizar de
judíos y palestinos, de terroristas, de protestas o del contraste de
derecha e izquierda). El filme termina y uno pareciera oír a Granovsky
en elipsis diciendo: el éxito tampoco me quita el sueño, sino que es
divertido viajar a donde sea, y hacer documentales al respecto.