Película filmada en 1990 por el cineasta más admirado y prolífico
de Chile, Raúl Ruiz, y completada el 2017 por su viuda, la cineasta Valeria Sarmiento.
Es una película que usa a la telenovela para retratar lo social y político
típico del ser chileno, con su buen toque de humor, a través de la parodia de
los lugares comunes de la telenovela, ya que Raúl Ruiz encontraba a la
telenovela muy propia de la identidad latina como de la específica chilena. Ese
aprecio y cercanía con éste entretenimiento popular lo mezcla con un quehacer
político y social algo más difícil de digerir y seguir –desde el inicio parte importante de su cine-, permitiéndose bromear con su tendencia social, la
izquierda.
La telenovela errante se divide en 7 episodios, son 7 días,
7 telenovelas también, con vínculos entre sí, no sólo temáticos sino por repetición
de personajes. Un hombre bromea (Francisco Reyes) con la escritura de su nombre
mientras deja ir a su mujer con otro, prefiere ir por unos tragos. Unos
vuelven, otros se van, dentro de una mezcla de relaciones amorosas y dictaduras. Las
relaciones son volubles e inesperadas. En un auto pasamos de declamar proclamas
y poemas altisonantes a convertirnos en blancos de renovados francotiradores,
así hasta el infinito; cada vez que surge una proclama un nuevo enemigo es
señalado y muerto.
El filme tiene un lado básico –en mayor cantidad- y otro un
poco inasible, nunca es tan erudito ni tampoco demasiado bruto, es una fusión
que se dirime en lo lúdico y relajado, que acusa la justa elección del melodrama
telenovelero –que queda claro observando en varias oportunidades los episodios
desde el interior de un televisor-, igual que la política diría. La propuesta
de Raúl Ruiz es muy nacionalista, pero por el uso de la telenovela en general tiene
cercanía con la cosmovisión latina, Chile tampoco es una isla, y la comedia es
universal. En resumidas cuentas es el divertimento de un intelectual, el lado
más laxo de una identidad.