Ópera prima de Ana Urushadze, hija del director de cine georgiano
Zaza Urushadze (Mandarinas, 2013). Ésta película está narrada de forma
convencional, pero tiene una historia con varias rarezas, sobre todo en la
protagonista, Manana (Nato Murvanidze), aunque, claro, como dice el título, es
una madre que intimida y esto se debe a un toque de locura en ella, que implica
la libertad intelectual de Manana, ya que quiere ser escritora, pero su
familia, especialmente su esposo y su padre, no yacen muy contentos con el
manuscrito de su libro ya que tiene mucho de autobiográfico y hasta lo
consideran pornográfico.
La película de Ana Urushadze llega a explicar todo, en la
voz de los personajes. Se entiende que Manana se está liberando del yugo de ser
ama de casa, de un esposo que trata de controlarla siempre y de un padre que
estuvo ausente en su vida prefiriendo su profesión. Ella, como dice la película,
se ha convertido en un monstruo de libertad e imprevisibilidad, que tiene hasta
de demente. Lo que ella quiere es publicar su libro como bandera de esta
liberación familiar.
El filme tiene a Manana haciendo cosas raras, como pretender
una aventura con su editor y amigo Nukri, un anciano un poco lento y medio raro,
que le ha preparado un cuarto con luz roja para que ahí permanezca hasta
terminar el libro que él alaba como obra maestra. El marido, desde luego, está
molesto, pero no puede contra la transformación, rebelión, de su mujer. El
cuarto rojo simboliza la zona prohibida. Manana atraviesa un puente a cada rato
para salir de su casa, éste es otro símbolo, entre ambas vidas, la pasiva
(dominada) y la activa (libre), el puente es el tránsito de una vida a otra, el
meollo de la narrativa.
Si el filme no se explicase uno pensaría seguramente que Manana
es un personaje absurdo, porque tiene mucho de ridícula e infantil en sus
acciones, en contraposición de su marido que es pura seguridad y normalidad, y
sus tres hijos tranquilos y maduros. Manana es como que quiere ser freak a una
edad avanzada, como que quiere ser una Gloria (2013), cuando antes ha sido
prácticamente un muerto dentro de su familia, una persona sin identidad ni
fuerza. Incluso Manana hace las cosas con cierta timidez, pero sin rendirse a
sus nuevos anhelos.
Manana quiere desnudar su alma y en el trayecto señalar los
puntos débiles de su familia, una forma de redimir su sojuzgamiento y tomar una
pequeña venganza, humillar a su marido y a su padre, las figuras patriarcales, machistas,
omnipotentes y dominantes de su existencia. Es una liberación que visualmente
no es explosiva ni furiosa, pero busca lo mismo, con la locura y extrañeza de
Manana, he ahí su originalidad como película, que finalmente opta por la
convencionalidad y amabilidad al explicar punto por punto lo que hemos
presenciando.