Competidora por la palma de oro del festival de Cannes 2016,
la última película del francés Alain Guiraudie tiene más trama que su anterior película, El desconocido del lago (2013), y son las vicisitudes de un tipo,
Leo (Damien Bonnard), un citadino que se siente atraído por el campo, por la
naturaleza, como lo muestra su asistencia regular con una extraña terapeuta
naturista, esa a la que visita sumergido de pronto dentro de una selva, como inmerso
en un sueño, en un viaje surrealista en canoa. Son vicisitudes y ocurrencias,
más que la construcción convencional de una historia, como se acostumbra en buena
parte del cine arte. Leo, un guionista en busca de inspiración y dinero, decide
ir al campo y tras discutir –tener opiniones encontradas- con una pastora de
cabellos rubios tiene una aventura con ella, y termina teniendo un hijo. Ella
cansada, ya tiene 2 niños y le aburre el campo, lo abandona, y es cuando Leo
empieza a tratar de sobrevivir con el bebé y a conocer a un par de personajes, la pareja de un viejo renegón que vive
encerrado en su casa y su muchacho novio al que suele maltratar verbalmente.
En cuanto a la historia, se trata del vagabundeo de Leo con
su recién nacido, como quien debe vencer las adversidades de la vida, que
incluye la falta de dinero. Más tarde veremos lobos (de los que se habla mucho
y producen odio como fascinación), y se oye la mención que para subsistir contra ellos deben mantenerse firmes, proponiendo una analogía bastante
clara.
En otro momento Leo pasa por ser atacado por indigentes de la calle,
quedando desnudo al aire libre. Guiraudie tiene estas ocurrencias, pero lo que
me suena imperdonable es que Leo termine muy suelto de huesos con el abuelo de
su hijo, adaptándose a su proposición sexual a cambio de un hogar, cuando antes
éste granjero se presenta como abusador. El filme no es para cualquiera, a muchos yo diría que no, aunque hay quienes lo creen parte de
un dotado cine arte y lo celebran. Ni una cosa ni otra, sólo un cine curioso,
con altibajos, escenas secas explicitas sexuales, bajo una filosofía de vida
distinta y una narrativa “impredecible”.