El cine peruano va evolucionando, ya hay mayores ofertas, todavía
nos falta, pero se ve que vamos cogiendo consistencia. El filme presente, el
segundo del joven Adrián Saba, tras El Limpiador (2012), en la mayoría de la
trama uno piensa, esto ya lo he visto mil veces, y aun así es una película
simpática, aunque no tanto, le queda muy lejos a una que inmediatamente me
viene a la mente, Romeo + Juliet (1996).
El filme luego bien avanzando trata de crear novedad, agregar momentos particulares, como ir a un recinto de acogimiento de menores en busca de papeles que pueden servir para algo futurista o cuando la madre de los amigos asaltantes sale de la cárcel y prodiga un código de lealtad familiar, pero no aportan demasiado al final. No es mucho pero el filme da unos pequeños pasos de mejoría en cuanto a tener una historia propia entre manos. En todo caso el filme es como la adaptación de Saba de lo que existe y se conoce, se reconoce fácilmente y se ha vivido mucho en el cine, aunque no necesariamente peruanizando el background, ya que el filme posee una cierta ambigüedad espacial y temporal, la que se maneja con la idea de combinar el límite entre el sueño y la realidad, cosa que tampoco es un aporte que se llegue a argumentar mucho, juega a dejar la idea de la ilusión bastante en libertad.
El filme luego bien avanzando trata de crear novedad, agregar momentos particulares, como ir a un recinto de acogimiento de menores en busca de papeles que pueden servir para algo futurista o cuando la madre de los amigos asaltantes sale de la cárcel y prodiga un código de lealtad familiar, pero no aportan demasiado al final. No es mucho pero el filme da unos pequeños pasos de mejoría en cuanto a tener una historia propia entre manos. En todo caso el filme es como la adaptación de Saba de lo que existe y se conoce, se reconoce fácilmente y se ha vivido mucho en el cine, aunque no necesariamente peruanizando el background, ya que el filme posee una cierta ambigüedad espacial y temporal, la que se maneja con la idea de combinar el límite entre el sueño y la realidad, cosa que tampoco es un aporte que se llegue a argumentar mucho, juega a dejar la idea de la ilusión bastante en libertad.
Al filme le ha faltado imaginación, casi todo empieza bien y luego carece de materia. Teta (Manuel Gold) es un personaje curioso en un inicio, ayuda una estética de la que se rodea, pero termina como un simple joven consumidor de marihuana, ofreciendo snacks, hablando tonterías mal disfrazadas, teniendo un dinero que ni presta atención (con lo que pudo crearse algo más). La propuesta tiene un trabajo visual más que decente y un reparto que se distingue, también tiene ideas, lastima que quedan muy flacas. El filme entretiene y tiene su curiosidad, pero finalmente resulta efímero, más allá de las apariencias y de los antecedentes nacionales.