domingo, 24 de diciembre de 2023

Talk to me y Vinil verde

Talk to me (2022)

Éste es el debut de los hermanos gemelos australianos Danny y Michael Philippou. Es una película que versa sobre la ouija pero tiene la personalidad de hacerlo con un antebrazo embalsamado que es la puerta para que el cuerpo se posesione por los muertos -no sólo entablar simple comunicación- y se hace como juego, rato de juerga, como diversión juvenil, pero -como es común en el terror, la inconsciencia o la torpeza- no saben -o no piensan- que los cuerpos pueden quedar dominados por fuerzas oscuras y homicidas que no se irán hasta cumplir su misión -acabar contigo y tus seres queridos-, donde entra a tallar el buen terror de estos hermanos directores que propician muy buenas secuencias como 2 en particular con el adolescente Riley (Joe Bird) donde se perpetran brutales ataques autoinducidos. La protagonista es la morena Mia (Sophie Wilde), la que tiene la carga que superar de que no sabe si su madre se suicidó o murió por accidente y esto engendrará momentos muy macabros y perversos. Traer a los muertos es jugársela con poder haber llamado a alguien quien murió de manera siniestra y su alma esté podrida por lo que simplemente quiera soltar la furia que carga en su haber. Es un filme que esto lo explica bastante bien a través de su relato. En un rato de visibilidad de lo que esconden las posesiones -en otra dimensión, una velada- se ve una especie de orgía sobre un cuerpo dominado por lo oscuro. También es atractivo ver que el mal es tramposo, se hace pasar por soluciones, como la que genera superar el trauma de Mia, o acabar con el sufrimiento de un ser moribundo que se repite como falsa segunda oportunidad o falsa lección. Aparte de la ouija se puede ver como cierta adicción, a hablar con los muertos, sobre todo si hay algo detrás en especial en ese espacio que queremos conocer, como le pasa a Mia. El mundo terrenal con la mano psíquica abre la puerta a que semejante a un estado de alucinación propia del desequilibrio mental se generen sucesos terribles o los induce a suceder. Como los hermanos Philippou son jóvenes y seguramente divertidos han colocado parte de su esencia en una propuesta que intenta ser cool, generar empatía hacia un público objetivo juvenil, con ellos de protagonistas. Es una obra que no es que invente mucho, sino que sabe manejar lo que bien es conocido y darle una impronta de cierta novedad o buena articulación generando destacar como película de terror. Muchas de las alucinaciones, la interacción con muertos putrefactos, son notables y tiene momentos donde a lo El Exorcista (1973) se trabaja con el impudor, la vergüenza y lo sacrílego. 


Vinil verde (2005)

Éste es el 8vo cortometraje del brasileño Kleber Mendoza Filho y se puede ver como película de terror más fantasía cuando una niña traviesa y curiosa no puede cumplir con una simple promesa, no poner y oír un disco de vinilo verde, cuando la mamá sale y la pequeña se queda sola, y aunque esto trae sorpresas macabras, impactantes y desagradables no puede dejar la niña de seguir oyendo el vinilo verde. Ésta simple premisa genera mucha curiosidad, por saber que va a pasar ahora, pero al filme se le puede atribuir un lado intelectual más bien, aludiendo el día a día, y nuestro comportamiento natural y más tarde nuestra manera de ver el mundo. El corto tiene también un estilo, se exhibe como fotonovela, captura y narración a través de fotografías. Es una propuesta que nos dice que no hay que temerle a la vida y hay que tomar nuestras propias decisiones, como afrontarlas. Cada padre enseña su propia forma de vida, pero uno cuando va creciendo debe redondear su propia mirada. Uno debe escoger su camino, por donde seguir. Es la lección de un padre que no es autoritario, pero tampoco se puede ser tan permisivo, flojo, indiferente o despreocupado, de aquí que nazca el terror en la película y, así, en la vida misma, manifestar un exceso de libertad, o no contener reflexión. Igualmente se trata de dejar vivir, y de entender que los niños son un poco como los gatos, muy curiosos, y les gusta hacer travesuras. Ese final que puede desconcertar, sobre todo ante querer subir la apuesta, es más bien un acto de profundidad, con un detalle que aparentemente rompe con el hilo, como una sutil ironía, de paso, pero lo hace para trascender, aun a riesgo de sacrificar el entretenimiento que viene de atrás perverso y lúdico con el suspenso del ¿y ahora que va a pasar?