sábado, 2 de diciembre de 2023
Pachacútec, la escuela improbable
Pachacútec,
la escuela improbable (2023) es un mediometraje de 38 minutos, dirigido por el peruano Mariano Carranza. Nos habla del instituto de cocina Pachacútec ubicado en el distrito de Ventanilla, Callao, Perú, en un asentamiento humano. Es un instituto donde sólo ingresan 25 alumnos al año -postulan anualmente como 500- y está fundado desde el 2007 por el famoso chef peruano Gastón Acurio. Éste instituto no es costoso, su razón de ser es social, ayudar a desarrollar chefs de altas condiciones culinarias salidos de bajos recursos, es una oportunidad para promover el talento nacional en el arte de la gastronomía, ayudar también a que personas con alto potencial tengan oportunidades en la vida. Desde el 2007 hasta el presente son alrededor de 400 personas egresadas del instituto. El filme de Carranza producido por el propio Gastón Acurio es de muy buen acabado, no se ve plano y es bastante agradable de ver. Se mueve en base a 3 egresados de Pachacútec, 3 personas que han logrado destacar a raíz de éste proyecto social de alta cocina. Las personas escogidas son jóvenes y trasmiten muchísima empatía y simpatía, se expresan muy bien y exhiben sumo agradecimiento con el instituto, con el cual se identifican. Los 3 fueron al festival de San Sebastián 2023 a presentar la película exhibida en la sección de cine culinario del célebre evento. Uno es Gerson Atalaya, chef en el restaurante Kay, palabra que es el verbo Ser en quechua, restaurante ubicado en Luxemburgo, un pequeño país europeo entre Francia y Alemania, con una población que apenas pasa el medio millón de habitantes. Gerson explica que Kay y su trabajo consisten en preparar comida peruana con innovación y experimentación, es buscar ser creativo y personal si se quiere, con la cocina. Las personas escogidas han hallado un futuro en la gastronomía, muestran total plenitud en lo que hacen, es descubrir por completo nuestra vocación y pasión, por lo que Pachacútec no sólo les ha generado un buen sustento económico sino un sentido profundo a sus vidas. Todo esto es expuesto con mucha sencillez, con claridad, dejando ver que se les ha cambiado la existencia. Así en particular se ve la historia de Jhosmery Cáceres, una chica muy sensible, llora bastante ante cámaras, y se deja apreciar que es muy amable (la vemos comprar en un mercado con americanos medio parcos y ella no deja de ser una fuente de felicidad sin sentirse impostura), luce como una persona que se hace querer fácilmente. Labora en La Mar, en San Francisco, tiene el puesto de jefa de pastelería. La Mar es un restaurante de comida peruana, comida marina, perteneciente a Gastón Acurio. Jhosmery habla de tomar control de tu vida -como quien presenta angustia, quiere hallar un camino y lo ha encontrado- y lo emparenta con la cocina, con el trabajo con los dulces donde hay que ser preciso, muy práctico. El tercer egresado representante del éxito del instituto es Alan Larrea, quien se muestra como un chico humilde, relajado, pero educado. Remite a cabalidad al emprendedor y microempresario nacional, el que ha hallado su lugar en el mundo, el nicho perfecto para sí, que le llena la vida por completo. Es dueño de una cebichería ubicada en Jesús María, Lima, llamada Percado, y prepara comida peruana del mar con un cierto toque personal u original. Él menciona de la manera más campechana que por algunas innovaciones que hacia -leía o veía de cocina adicionalmente- le llamaban en el instituto, el Ferrán Adriá de Pachacútec. Comenta que rompió algunos clichés que cargaba con que se dedicara a cocinar -lo creía cosa de mujeres- donde la vida lo empujó hacia allá -ante una ausencia clave-, rumbo a ésta especie de epifanía o destino improbable. En ambientes dinámicos, pero con detalles, conocemos a fondo de ellos que trasmiten amor por la gastronomía peruana.