miércoles, 27 de octubre de 2021

Dune


Dune es como Tenet (2020), grandes películas de sala, para ver especialmente en la sala de exhibición, películas que podemos llamar de fuegos artificiales, cine espectáculo y también 2 obras notables del séptimo arte. No obstante Dune, de Denis Villeneuve, es una obra sencilla, sin excesos, sin sobre abundancia, todo está en su justa medida. La tecnología del futuro es sólida, y no es mucha, mejor así, pero más que suficiente, para no caer en el error, en la tontería, al tratar de imaginar demasiadas cosas futuristas. El filme habla de un mesías, al estilo de Jesús, alguien positivo para el universo, pero Paul Atreides (Timothée Chalamet) es también un guerrero en ciernes, no un pacifista como Gandhi, Mahoma o Jesús. Atreides se hace llamar un freak por ser un hombre predestinado, con visiones, en sueños, un tipo elegido para cambiar el universo. Villeneuve es astuto y coloca lugares fáciles de reconocer en un lugar más extraño como sería un típico sci-fi. Así vemos un enfrentamiento entre los hombres de la casa Atreides liderados por un jefe militar interpretado por Josh Brolin contra unos comandos asesinos de la casa Harkonnen, como si estuviéramos viendo Gangs of New York (2002). Es un filme que también se percibe esotérico, sobre todo al inicio, y tiene algo del cine de terror, así los poderes mentales de la madre de Paul y del mismo Paul parecen propios de las brujas del cine de género. Es una obra no solo de un mesías sino de su madre, su guía, tal cual toda madre quiere encaminar a un buen futuro a su hijo. Ésta madre la interpreta Rebecca Ferguson. El padre es una figura poderosa, pero más común. El malvado máximo es bastante bueno, el barón Harkonnen (Stellan Skarsgard), un tipo gigantesco, voluminoso. Yace trabajado con gran pulso y sin ninguna necesidad de ser políticamente incorrecto. El filme tiene a Chalamet, flaquito, como un joven prometedor, y no desentona, sin ser impresionante. Ésta austeridad guerrera colinda con cierta sofisticación estética, es un guerrero propio del tiempo futurista que de cierta forma vivimos. El desierto como contexto y base de la novela de Frank Herbert -escrita en 1965- pone la nota clásica al filme, como un lugar curioso al ser domesticado por lo indígena además, por las tribus llamadas Fremen. Ésta propuesta recuerda ligeramente, por partes, a la saga de Star Wars, aunque la novela de Dune es anterior incluso a la primera trilogía que arranca en 1977 y seguramente Star Wars bebió algo de la novela Dune. Las naves futuristas asemejan a libélulas y se ven excelentes. La pelea del final con el actor de color Babs Olusanmokun es maravillosa a su vez, muy representativa, toda una gran iniciación. Es un filme que se ve cosmopolita y no luce forzado en ello. Zendaya como la musa del héroe está muy bien utilizada -poco, en sueños más que todo, pero notablemente-, sin que sea vea sexy, sino natural simplemente. Momoa trasmite relajo y empatía ligera para bien y mal, pero se percibe como un efectivo guardaespaldas asesino. Éste propicia buena acción, sin que ésta primera Dune tenga mucha, pero hay y se proyecta bastante potente, minimalista, poco pero sugerente. Es un filme que no aburre nunca, y está más que bien narrado, es novedoso sostenidamente, sin que tenga que hacer malabares o efectismos, todo tranquilo, fluido. El filme tiene una atmósfera algo retadora y se le siente personal, melancólica, de aire solitario y meditativo, gris y tenebrosa, ayuda la paleta oscura de colores. La notable banda sonora de Hans Zimmer parece que tiene una onda religiosa, con sonidos como de terror, que aportan misterio al filme, manejan o imponen un halo ficticio de cierta oscuridad, aunque es un filme claro y sencillo en realidad, de entretenimiento puro y duro del bueno, de nivel. Todo el momento en la nave cuando transportan de presos a Paul y su madre es de antología, éste momento será un clásico en el futuro, es perfecto, Villeneuve le pone terror y realismo algo sucio.