Lo primero que llama la atención de ésta película, y es
inevitable ya que suena como arbitraria y potente la banda sonora, es la
selección de la música del filme, con canciones de los 80s de músicos y bandas
emblemáticos de la época. Escuchas a David Bowie, The Clash, Queen, Depeche
Mode, New Order, Blondie, The Cure, George Michael, Peter Schilling, entre
otros. Las canciones en medio de las luchas cuerpo a cuerpo se oyen extrañas,
pero son canciones que hacen distinguir la película y le dan una combinación
curiosa y simpática a fin de cuentas, luego de acostumbrarnos. Propician una atmósfera
de intensidad y de fiesta.
El director de la presente película, David Leitch, es un consumado
doble de acción y coordinador de escenas de riesgo y combate quien fue
codirector de la magistral película de acción John Wick (2014), oficialmente sólo
de Chad Stahelski, donde Leitch hizo de productor, además. Atomic Blonde (2017) es un filme de espías en
toda regla, es decir, uno tan complejo que es difícil de comprender en su
totalidad, cargado de traiciones y dobles espías, uno no sabe para quienes
trabajan muchos de los involucrados hasta el último segundo.
La protagonista es una espía de las más duras, interpretada
por la hermosa y talentosa Charlize Theron, que demuestra que es capaz de hacer
hasta lo impensable en su carrera de actriz, se reta constantemente, como con
la actual película donde tiene que demostrar dominio del arte marcial y
enfrentarse a puño limpio hasta la muerte con tipos enormes e igual de
preparados que su personaje, una badass, una James Bond de última generación. Theron
le da volumen a su personaje, cuando éste tiene mucho trabajo de campo, especialmente
matar rusos.
Lorraine Broughton (Charlize Theron) en el presente es
interrogada no de forma muy cálida por sus duros superiores del M16. Cuenta su
periplo por la Alemania comunista a puertas de caer el muro de Berlín (el año
de 1989), sobre la misión de hallar -antes de que empiece una cacería- una
lista donde se delataría a todos los espías en favor de su país. A través de
flashbacks Lorraine entra de encubierto en Alemania del este, lugar en que debe
contactar con el espía David Percival (James McAvoy), un tipo pícaro y muy cool,
que carga a menudo su Jack Daniel's. Entre ellos está una espía aprendiz francesa, Delphine
Lasalle (Sofia Boutella), con la que Theron tendrá un romance de esos candentes
pero finalmente intrascendentes en la trama. También Lorraine tendrá que sacar del
país a un miembro del Stasi –servicio de inteligencia de Alemania del este- interpretado
por el competente Eddie Marsan, como Spyglass, un hombre pequeño. Junto a estos
cuatro personajes están los militares rusos con sus guardaespaldas, asesinos y
guerreros gigantes, y el malvado jefe ruso (Roland Moller) que hace su
impactante entrada dándole una golpiza a un skater con su propia patineta. Estos
enemigos rusos poco importan, son un lugar común sin mucha pompa efectiva, aunque
algo se les distingue; sus combates sí son excelentes, como el que Lorraine tiene al querer
salvar a Spyglass de una lógica emboscada para que no traicione a la Stasi, que hasta el final es espectacular, con el auto en el agua. Theron sale bien
golpeada, sangrante, quedando con mal semblante. Hay otros personajes, aliados, espías
y pequeñas vueltas de tuerca adicionales, pero ésta película es complicada de
seguirle en todo, y tampoco es indispensable hacerlo.
Quedarse con sólo las peleas es ser tacaño con la propuesta,
porque el filme de David Leitch no se trata únicamente de esto, tanto que
sorprende por ser un filme arduo de espías, aunque tiene sus ejes claros (la
lista; Satchel, el traidor de la corona; Spyglass). Si buscas sólo combates
marciales los tendrás pero no hay en demasía aunque suficientes (si quieres
muchos de ellos, intensos, frenéticos, alucinantes y en toda gloria, John Wick
es la mejor opción), más es el juego de los traidores, de identificar enemigos
y amigos (y conocer mejor a los amantes), de especular y sacar conjeturas. Lo que
pasa es que Atomic Blonde palia su complejidad argumental con los combates, con
ejes fáciles y vistosos y con su locuaz banda sonora, pero todo se complementa
y entrega una muy buena película, que tiene estilo y su originalidad como
película de acción, y como cine de espías es más llevadera. Se basa en la
novela gráfica The Coldest City (de esto también lo cool del filme), del inglés
Antony Johnston.