La primera película de esta trilogía que data del 2002 es
casi una obra maestra, si no fuera por la música de acompañamiento que es
disonante y no se compenetra con lo que vemos, más bien achica lo que
presenciamos, pero el resto del filme –y es bastante- es una de las mejores
películas de acción y crimen de Hong Kong y de la historia del séptimo arte. La
trilogía la dirige Wai-Keung Lau (o Andrew Lau) y Alan Mak, los guionistas de
la trilogía son Alan Mak y Felix Chong. La primera Infernal Affairs es una
película con pocas escenas de acción es más una película neuronal, un entramado
complejo de traiciones y salirse con la suya, no ser descubierto, por ende no
ir a prisión o morir a manos de los compañeros. El filme trata de 2 topos, 2
infiltrados o espías, un policía en la mafia china, Chen Wing Yan (Tony Leung
Chiu-Wai), y un gángster en la policía, el Inspector Lau Kin Ming (Andy Lau).
Los topos desde temprano –muy jóvenes- han pertenecido a sus
lugares de vigilancia y ya se han confundido en el lugar, son prácticamente
imposibles de identificar, están plenamente infiltrados y aceptados como
cualquier otro y más, destacan. La verdadera identidad de Chen Wing Yan sólo la
conoce el superintendente Wong Chi Shing (Anthony Wong), lo mismo con Lau Kin
Ming, el único que sabe de su identidad real es el jefe mafioso Hon Sam (Eric
Tsang). Estos 4 personajes son los pilares de la trilogía. Los 4 están espléndidos
en conjunto, pero por algo Tony Leung y Andy Lau son actores tan grandes en el
cine oriental. En el caso de Eric Tsang en la primera película está perfecto,
es sarcástico, cruel y rudo, en la segunda película donde vemos su crecimiento
al gángster que será tiene un papel mucho más suave, muy poco intimidante, más
pegado a la simpatía y no es muy genial, pierde mucho atractivo, pero se
entiende que fuera antes otra persona, influencia de su relación con su esposa,
la bella y sensual Carina Lau como Mary Hon. En la tercera película aparecerá
muy poco. Por el lado de Anthony Wong debo decir que empieza muy endeble, medio
defectuoso, aun teniendo un gran rol, pero en las siguientes películas se pule
totalmente y da una excelente actuación.
El primer Infernal Affairs se torna en el desenlace en un
filme furioso en creatividad, amoral, corrupto, con un Andy Lau perverso y muy
astuto, pero con una naturalidad impresionante, no hay que caricaturizar o
sobredimensionar nada para crear un antagonista tan redondo. La trama es
impredecible y llena de vueltas de tuerca por el final. Es un filme que no
sigue parámetros de decencia o de finales felices, es ingenio, coherencia y
libertad pura. Otra maravilla de la propuesta es el juego del gato y el ratón,
tanto la policía como la mafia saben que hay topos en sus filas y a cada topo
genio principal se le ha pedido que halle al adversario, por lo que la
interacción en pantalla entre Lau y Leung es muy rica, muy inteligente y
mantiene el suspenso y la expectativa, es un tira y afloja por descubrirse. La
escena del cuerpo cayendo del techo también es una de las grandes escenas del
filme, algo edulcorada con la tristeza que ocasiona, pero en la primera
Infernal Affairs las muertes son otra maravilla de la propuesta. También hay
sentido del humor, como con el locuaz y loco gángster que cree ver policías
encubiertos en la calle en gente común. Este pequeño personaje, Keung (Chapman
To), tiene una escena memorable –incluida una estética audaz- tras huir de una
balacera.
Suma igualmente que Lau Kin Ming (Andy Lau) tiene una vida
familiar normal, cálida, y es hasta amable con los otros policías, toda su
maldad y traición en un inicio es muy sutil, muy delicada, Lau Kin Ming es un
tipo muy racional y calculador. Su compañera la hace Sammi Cheng, y es curioso/ingenioso
ver cómo siendo ella escritora hay una proyección de una novela que escribe sobre si es o no su protagonista una buena persona. Esto más tarde le producirá una
crisis de identidad a Lau Kin Ming, creyéndose Chen Wing Yan, la parte más
extravagante y original de la tercera Infernal Affairs (2003). Lau Kin Ming ahí
perderá su fabulosa sangre fría (las mujeres y el amor son determinantes en la
trilogía en cuanto a cambiar a las personas), convirtiéndose en un tipo
enloquecido, lo que también tiene su riqueza argumental y artística. El personaje
de Sammi Cheng es secundario en las acciones directas, es en lo visual una
simple compañía, aunque es determinante en la solidez emocional de su novio. En
cuanto a Chen Wing Yan (Tony Leung), él se enamora de su psiquiatra, la hermosa
Kelly Chen, que también tendrá un rol importante en el devenir de la trama,
aunque en sus apariciones en general luzca igual de irrelevante que Sammi
Cheng, la que está desperdiciada, aunque el filme funciona igual bien así. Un
rol femenino rico en cierta forma es el de Carina Lau en la segunda Infernal
Affairs (2003), tiene un papel provocador tanto como criminal como mujer. En la
segunda película no participan ni Tony Leung ni Andy Lau, sino sus versiones
juveniles (Shawn Yue y Edison Chen respectivamente), y es una precuela. El
joven Lau Kin Ming se apasionará por Mary Hon, y mostrará un lado inocente y a
su vez nuevamente su lado más perverso.
La segunda Infernal Affairs es un poco enredada, cambia
incluso algunas cosas que bajan el listón, presenta a un gángster líder nuevo, Ngai
Wing Hau (Francis Ng), que quiere vengar la muerte de su padre, que ha sido
traicionado por todo el mundo, hasta la policía está involucrada en su muerte. Ngai
Wing Hau –que luce joven, a los 42- trama tremenda venganza, contra un grupo de
mafiosos llamados The big four. Esto genera unas escenas de asesinatos que
tienen su gracia, pero poco más. Ésta Infernal Affairs recuerda a El Padrino
(1972), pero no le llega en absoluto a su inmortalidad como cine y arte. Esta
precuela está decente, entretiene, tiene sus buenos momentos, pero tanto la
segunda como la tercera película de Infernal Affairs a un punto recuerdan las
precuelas de Star Wars. La primera Infernal Affairs y las originales Star Wars
son palabras mayores, las otras son rémoras de su grandeza. Pero de todas
formas uno es curioso y ante el placer original llegas a apreciar las demás.
También hay un mar de diferencia entre las Infernal Affairs siguientes y las
precuelas de Star Wars, las Infernal Affairs siguientes tienen más nivel, poseen
superiores ideas, que las precuelas de Star Wars. El ascenso de Hon Sam a líder
de la mafia contra Ngai Wing Hau no tiene ni por asomo el poder de fascinación
de la imagen que engendrará Hon Sam en la primera película, aunque como
concesión está decir que el personaje de Ngai Wing Hau está más que aceptable. Lo
bueno es que las bandas sonoras se vuelven competentes, suben el nivel a las
Infernal Affairs siguientes, lo curioso es que las 3 bandas sonoras son del
mismo compositor Chan Kwong-wing.
La tercera Infernal Affairs es más fácil de seguir que la
segunda aun siendo compleja, ésta es tanto una precuela como una secuela. En ésta
película se unen pequeños cabos, aunque a un punto yo diría que innecesarios, y
se agregan “nuevas” cosas. Como en la segunda película en que Ngai Wing Hau
“repite” el rol de Hon Sam preparándose/cocinándose el ascenso de éste último
como precuela, en la tercera hay otro juego del gato y el ratón, de nuevos
topos, pero si bien hay varias líneas narrativas a ese respecto –en la primera
también las hay- y la relación de suspenso entre el superintendente Yeung Kam
Wing (Leon Lai) y el rol de Andy Lau tiene su entretenimiento y algo de audacia
su aporte y alcance en general está muy por debajo de la primera película. El
final de la trilogía es un lugar de culpas, un filme que a poco más de la mitad
de metraje se vuelve un thriller psicológico, más tarde pierde su corrupción y
pone las cosas en el lugar de la ética y lo convencional, con lo cual el filme
desciende bastante de nivel, y es que sucede a menudo que la tercera película
de las trilogías suelen ser las más malas, aun así el filme logra salvarse un
poco. Pero para muestra un botón, aunque ahonda más en la psiquiatra de Chan
Wing Yan y a pesar de que en la primera la relación era rauda y ligera –algo cómica-
funciona menos. Quien diría que aunque la tercera película mezcla tiempos, los
maneja paralelos, posee una estructura compleja, hay mucho mayor entusiasmo y
queda más en la memoria situaciones como la introducción de la primera Infernal
Affairs cuando Hon Sam proclama su revancha contra la policía frente a su
pelotón de jóvenes topos.