El debut del chileno Carlos Leiva es la historia de un
cúmulo de problemas, de mil y un dramas, parece una gran tragedia griega, de
cómo vive una familia pobre en un barrio periférico de Santiago de Chile. La
madre sufre de dolores de espalda por una mala operación y debe usar muletas
pero no quiere, el padre es un obrero que necesita le adelanten dinero y que
suele ser un hombre sumiso, la hija menor es la burrita de la familia y ha
quedado embarazada de un pandillero que no quiere hacerse cargo, por último el
hijo mayor estudia medicina y acaba de ganar una beca para seguir su carrera en
Inglaterra, pero oculta deseo sexual por su hermana, mientras toda la familia
lo cree el mejor de todos ellos.
En el mismo cuarto duerme la abuela con los hijos, la
muchacha tiene que cambiarse (desnudarse) en el cuarto, el hermano siempre la
observa, lascivamente, no sabe qué hacer para controlarse y todo apunta a la
debacle. La hermana confía en el hermano mientras el padre la menosprecia.
Además la alcantarilla del patio se malogra y genera olores pútridos por toda
la casa. Justamente esto hace pensar en la vida que llevan o que algo está por
explotar.
El filme a ratos parece telenovela, grabado un poco de forma
parecida, pero atrapa la atención, provoca seguir viéndola, hay actuaciones aceptables
y cotidianidad tratada al menos con cierta decencia, aunque muestra una pobreza
casi pornográfica, medio que te identificas, pero también sufres de indolencia. Gran
parte ocurre en la precaria casa familiar, desde el pequeño lugar donde comen
todos apretados y se pasan el sobrecito de té para que lo use más de una
persona o que Tomás (Camilo Carmona), el hijo, se levante asustado a matar una
cucaracha o insecto en la pared de su cuarto pensando ¿habrán más? Todo este
panorama es tan obvio que uno no se compenetra mucho, requiere de un poco más
de arte.
La sombra del incesto es lo que destaca de esta obra y su clímax
es la audacia de la propuesta. El resto es muy similar y poca novedad aporta. Ver
a la madre comprarse una prenda bonita algo fuera de su alcance o al padre
enfrentar su pasividad otorgan algún respiro. Toda la familia está en conflicto
con su realidad, y aunque Tomás las tiene todas para escapar y brillar, es la
hermana, Catalina (Catalina Dinamarca), la que diría que es la que importa más, la que sufre más
la situación, y de ese lugar podemos sacar una denuncia.
El filme requiere un poco de mejores transiciones, está como
apurado en mostrar muchas cosas, lo mismo, drama tras drama. También algunas actuaciones
lucen muy sufridas, falta a ratos variedad, matices, sorpresa. Son los hermanos
los que más destacan del grupo. Esta película no es una obra trascendental pero
debería ayudar a revisar el sistema neoliberal, como analizar el seguro médico
o el derecho laboral y mejoras justas.