Ésta es una película potente, pero imperfecta, por algo imprecisa y
que genera dudas de unidad; no siempre la ambigüedad juega a favor de una
película, pudo tener una explicación más sencilla y quedaba mejor, y no por eso
uno no agradece tantas vueltas y novedades, porque éste es un filme que salta
de una sorpresa a otra que va mutando el centro del asunto hacia lo siniestro. La
trama nos ubica en un lugar de descanso y sanación de millonarios hombres de
negocios que yacen enfermos por consumirse en sus labores de ambición y éxito. Están
en un spa en los Alpes Suizos, como en Youth (2015), donde cae Lockhart (Dane
DeHaan) que tiene la misión de ir a traer a un director ejecutivo importante de
su empresa, pero terminará internado.
El filme es uno de esos de paranoia y conspiración aunque
manejado de manera tenue por la firmeza del protagonista. El lugar algo oculta –y
es lo que nos intrigará en gran parte- en su panorama idílico donde los viejos ricos
descansan y matan el tiempo. El que maneja el centro de bienestar es el doctor Heinreich
Volmer (Jason Isaacs) que detrás de su amabilidad parece ocultar otra enfermera
Ratched que no permite que nadie salga del lugar. En esto recuerda a One Flew
Over the Cuckoo's Nest (1975). El filme es intenso, y muy misterioso, al estilo
revelador de Shutter Island (2010). El siempre curioso director Gore Verbinski
y el guionista y creador de la historia Justin Haythe (el guionista de la
genial Revolutionary Road, 2008) realizan una película algo lejos de las
convenciones de Hollywood, plantean algo de sordidez, y un poco de
atrevimiento. El filme tiene mucho de amable, con su pizca de rebelde.
Todas las pesquisas las lleva acabo Lockhart que nunca
descansa a pesar de que tiene una pierna enyesada, lo que hace más arduo su
huida y la sensación de indefensión, moviéndose por pasadizos lúgubres como los
de una morgue, y además se suele topar con anguilas que desde el inicio nos
abren la idea de algo secreto, en la reja de entrada hay dos anguilas cruzadas,
y Lockhart tiene el sueño recurrente de que éstas tratan de asfixiarlo. El
filme pareciera que pretendiera criticar el capitalismo, pero en el trayecto
pasa a ser algo funcional y muy secundario. También parece dar a entender su
deseo de ir contra las grandes ambiciones o, quizá, las películas de fórmula, defendiendo
la libertad individual.
A cure for wellness es interesante, pero se hace larga –dura
dos horas y media- y se enreda un poco. No obstante prestando atención todo
encaja. La película tiene una historia gótica también, con sus viejos castillos
y sus secretos legendarios y oscuros, o con sus muertes de épocas de abuso de
poder, lo que se mezcla con la modernidad, esos jóvenes pandilleros del pueblo.
Otra forma de la propuesta es la de lo psicológico, misma la bailarina que
fabrica la madre del protagonista, y vemos imitándola, sin que lo sepa, a la
chica rara del hospital o centro de bienestar, Hannah (Mia Goth).