The founder, de John Lee Hancock, cuenta como Ray Kroc (Michael
Keaton) convirtió un pequeño pero bastante innovador y exitoso restaurante de
hamburguesas en una gigantesca cadena internacional de comida rápida que todos
conocemos. Tomo todas las ideas novedosas en cuanto a lo interno (velocidad de
entrega, utensilios desechables, compra a pie por ventanilla, un método
estricto de preparación) y la honesta imagen del buen americano de los hermanos
Dick (Nick Offerman) y Mac McDonald (John Carroll Lynch) e hizo un imperio para
sí.
Kroc hasta los 50 años de edad y poco más era prácticamente
un perdedor, pero quien nunca dejó de intentar a pesar de los fracasos
estrepitosos, y se convirtió casi de la nada –por su facilidad de palabra,
ambición visionaria y constante sentido de la oportunidad- en el director de
las franquicias de McDonald's, más tarde el dueño absoluto. El filme nos habla
de traición, pero denota también un contraste con los fundadores originales, que
idealistas, pero también cortos de mira, estaban lejos de los anhelos de Kroc y
el sentido del negocio a prueba de todo. El dinero y el éxito cada vez más
grande estaban en los ojos de Kroc, frente a una cierta humildad, decencia y
conformismo de los McDonald. Desde luego es una historia que hace ver a Kroc
como un ser insensible, duro, aprovechado y bastante materialista, pero también
muestra a un tipo que con probada -y proclamada- perseverancia llegó a la
cúspide.
La ética juega un gran papel en la historia, y choca con el
realismo y la brutalidad de este hombre capaz de todo, al que llegamos a oír en la verdadera voz como le faltan escrúpulos, pero también cuan
brillante, consciente y decidido estaba. Difícil admirar a un tipo así,
pero ahí está la complejidad humana. El tipo hace del sueño americano un camino
más vulgar, pero aun así se mantiene presente en él. Tampoco esconde su
naturaleza, la defiende y es lo que le hace quien es y qué lo llevó hasta donde
llegó, aunque solo le importaba él, viendo que se habla de valentía para
decidirse, quitarle el poder a los McDonald o cambiar de mujer. Sin embargo
podemos ver que ayudó a otros parecidos a él, gente capaz, necesitada de éxito
y darle una buena vida a su familia, pero hundidos en la derrota y frustración,
y le retribuyeron, le dieron más éxito.
No queremos creer al mundo así, pero la película es como un
golpe duro de realidad, de capitalismo puro y duro, el resto diría seguramente
Kroc son sólo idioteces. Se dice como lema de que el talento y la virtud infinidad
de veces se quedan en la derrota, pero la perseverancia, la motivación y la
fijación absoluta, mediando la habilidad y astucia impía para los negocios,
rendirá frutos. Kroc hasta le roba el alma a los buenos de los McDonald, el
sentido americano y familiar de su restaurante. Ni la autenticidad se salva de
las manos de la ambición, y se sale con la suya. Kroc es consciente de todo, de
ello que nunca cambiara el nombre original, y eso lo hace una persona más terrible,
pero brillante. Triste, pero cierto. El filme siempre es interesante y
emocionante, nunca baja la guardia, y Michael Keaton, en una de las mejores
actuaciones de su carrera, Nick Offerman y John Carroll Lynch están excelentes.