Ésta película
cubana dirigida por Ernesto Daranas tiene altibajos pero es de buena
calidad. Nos narra la historia de Chala (Armando
Valdes Freire, muchachito muy prometedor), un niño de 11 años que tiene un
hogar conflictivo, con una madre drogadicta, promiscua, violenta y alcohólica,
donde no hay figura paterna más allá de la que brinda la calle en un joven empleador
-que podría ser su padre- de aspecto rudo en un tipo que hace pelear perros y
le proporciona al pequeño el sustento para su hogar paseando y cuidando a los
fieros animales. Chala entonces es un chiquillo problemático, principalmente en
el colegio, al punto de que se le quiere mandar a una escuela especial de
conducta donde van los más incontrolables especímenes escolares, pero como todo
adolescente no es que los busque adrede sino es que se da por la personalidad llena de temple, intensidad, liderazgo y osadía que sobrelleva con una fuerte
carga, abandono y tensión familiar, que a pesar de ello no le quita toda su
infancia, cría y vende palomas además, y está enamorado de Yeni (Amaly Junco,
bastante bien también, como cuando irradia fuerza en los rechazos hacia Chala; siendo
bonita la seducción a temprana edad). Mientras tiene el gran soporte, vital en
el enderezamiento y dirección de como reza el título la conducta, y la amistad
de una longeva maestra ejemplar, Carmela (Alina Rodríguez), un personaje de carácter,
de los que ayudan y se enternecen por el prójimo, de vocación, acción y
humanidad, uno que quiere y consigue enamorar en parte a la audiencia.
La propuesta en sí se aboca a varios dúos, como el subtema entre
dos maestras, que destaca del grupo (porque hay varios ejemplos, como los
que han seguido los pasos de Carmela y son ex alumnos), la novata que debe
aprender a velar por el resto, teniendo el caso de Yeni como prueba de
verdadero sentido profesional, de dar un plus a lo ordinario, no solo cumplir. Un niña que tiene un padre metido en problemas con la policía y vienen de una
provincia lejana, aparte de ser de nacionalidad palestina, lo que nos habla de
una especie de xenofobia más anunciada o gaseosa que realmente trabajada en escenas o siendo
condescendiente que se pretenda algo de fácil verificación, especialmente para el
que no es cubano. Yeni por ello es vista como un patito "feo" en la clase, si bien es de agradable fisonomía, tiene sus amigos, es cosmopolita como con el flamenco y pinta como la más inteligente, pero teóricamente se le asume como una extranjera, extraña, como a su padre. El filme es la lección -y leitmotiv- de ver por los críos en proceso
de emulación y disciplina, siguiendo los pasos de una legendaria y admirada
profesora y mentor colectivo que lleva diez años más trabajando por encima de
su jubilación; y que en otro dúo hace de “reposición” o llenado de un hueco de
una especie de abuela para Chala. Carmela es esa mujer humilde pero importante,
contraparte a una vida plagada de desgracias e indiferencias, la que sin su intervención sería simplemente la de la mano dura, despersonalizada, lejana, que ella desbarata
y contamina de su esencia y apreciación consoladora y efectiva de entregar repetidas
oportunidades traducidas finalmente en fe y cambio, que salvan a los peores
alumnos del abismo y convierten su futuro en uno promisorio de éxito (habiendo
un background confirmativo), en lo posible, ya que Cuba es bastante una ciudad
pobre para su gente, como se ve en los escenarios usados en el filme de La
Habana. Otros dúos son entre el difícil e “irrevocable” tándem de madre e hijo;
el del supuesto padre que no sabe si es o no el progenitor, y su posible vástago; y
el del niño y el anhelo de pareja, junto a grupos de maestros y pandillas/luchas
escolares.
La historia es clara y directa pero recorre muchas vías de
comunicación si bien tiene una temática fija, que no deja de ser compleja, con
una estructura muy bien elaborada, bajo muchos momentos de fuerza, de exabruptos e iras que yacen valiosos, viscerales, lucen contundentes y reales, de los que destaco
dos en particular que infunden compenetración con el espectador, la de la madre desesperada
por el vicio indagando por la droga que esconde y no la encuentra, y el niño furioso escupiendo y
arrojando su paga tras ver a un perro querido sacrificado inmisericordemente en
una jugarreta por dinero. Es de destacar que el filme tampoco recurre al
final más plano, se quedan algunos cabos sueltos, aunque queda en pie el hecho
de hallarnos ante un filme de los que uno llama amables. Otros ratos pueden
ser (en parte) endebles, algo prefabricados, es decir, vistos desde lejos, pero son
los menos, siendo un conjunto amplio, habiendo de donde escoger.
Es una historia cautivante, que va a gustar a muchos,
montada sobre algo que conocemos, pero que llega a generar su propia historia
sin que uno sienta que nada sobre vacío o por un deja vu destructor, o uno que
llegue a amodorrar. Logra no ser previsible. Nos llega a involucrar en su buena
medida que es de lo que va, perpetrando (un poco) más que un buen entretenimiento,
de calidad, con un mensaje altruista, sobre todo para aquellos que quieran
dedicarse a la docencia, al servicio de los demás. Maneja bien la naturalidad
de sus protagonistas y de las calles, siendo transparente, mostrando
cierta belleza desde la marginalidad mediante lugares populares. Y
hace uso del falso documento a un tiempo, en la carta de despedida, que se
completa por fragmentos pasado el metraje.
Otro punto a recordar es la libertad que brilla en un lugar
comunista, se hace una alusión sin mucha estridencia, pero que deja ver que hay
que respetar la idea ajena, de la mano de lo que puede llamarse como “torpeza” para
hacerlo mucho más tragable a esa vera, pero que se puede leer como parte de la
idiosincrasia que genera el gobierno cubano, la pobreza y la necesidad de
sustento ante sus condiciones, bastante dramatizado y llevado a uno de los
peores ejemplos y consecuencias en la madre drogadicta y puta, no obstante elegido
como un cuento, una ficción, pero que aun así deja pasar suficiente
luz. El filme está contra los regímenes autoritarios, desde la acción noble pero
la que permite se le vea discutible en su suavidad y posible inefectividad (se
brinda un equilibrio, una condescendencia con el opuesto), poniéndolo desde la
escuela. Se critica indirectamente o -fuera de entusiasmos- con levedad, por un
relato independiente e íntimo, de que lo castrense no es la salida si bien no
se toca al estado y a sus leyes, sino se exhibe y se clama por la voluntad, el
ejemplo, la compasión, el respeto, la motivación, el llamado de la corrección y
la disciplina del ser humano en general a través del entendimiento, como perdonar
para enmendar la imperfección, la mala conducta. Es ante todo un retrato
humanista, más que una crítica social o política que están como veladas, pero
que se pueden entender tranquilamente como parte del fondo. El escenario habla
un poco por sí solo, y eso le infunde una grata capa de arte, de buena mano.
Filme no de los más grandes, pero que tiene su logro, lo que le hace recomendable.