sábado, 14 de octubre de 2023
La Poison
La poison (1951), del francés Sacha Guitry, se traduciría como El Veneno, pero le queda mejor como La envenenadora, que resulta mucho más sugerente (aunque en ello hay mucho que jala uno). El filme es uno de humor negro alrededor de un matrimonio sin hijos, entre dos personas ya entrados en años, Paul (Michel Simon) y Blandine (Germaine Reuver), que se odian, tanto que ambos quieren matar al otro. Éste filme es un poco incómodo, aun cuando se presenta como una comedia. Los protagonistas, Paul y Blandine Braconnier son ambos detestables, antipáticos. No obstante el filme parece tomar partido por Paul, que interpreta un famoso actor que admiraba mucho el director, Guitry, y se ve más desde su perspectiva, como quien tiene una mujer de la que se intenta justificar que es demasiado detestable -la tenemos así de alcohólica- y como en una lectura parcial de Dostoievsky -sin aprendizaje filosófico- se quiere decir que hay gente que merece morir y que al morir nos libera y nos abre a la felicidad. Esto lo aguanta, ésta mirada fría y cruel, el hecho de que estamos ante humor negro y se articula alrededor de esa libertad que suele otorgar éste tipo de humor, aunque no se llega a justificar del todo, y encima, Paul cae mal cada vez que abre la boca. Él nos dice que deshacerse de su mujer (matarla) lo hace una persona más inteligente y en ese trayecto pone en iguales condiciones su accionar criminal con la propia justicia o la legalidad (buscar/hacer el bien). No cabe duda que es un filme que trabaja con la astucia -aunque como es propio de muchas comedias con cierto exceso de ésta- y la irreverencia. Sin embargo sus argumentos no convencen, pero el humor negro hace que le perdones la vida como propuesta, entres un poco en su intrepidez, y medio que fastidia y algo le aplaudes cierta osadía. No obstante es un filme muy irregular, muy imperfecto, quizá porque Guitry escribía rápido, fue un dramaturgo muy prolífico y un comediante intenso, como con la presentación inicial del filme donde él mismo -como director y ser su proyecto- describe y da a conocer a sus actores y principal reparto, sustituyendo los carteles escritos o créditos habituales. Por el final se trata de hacer una comedia más suave, pero no pega mucho, también el filme corre un poco, pero como conjunto es una película curiosa y tiene varios momentos notables, con actuaciones y recreaciones visuales/físicas muy buenas, especialmente la de Germaine Reuver que tiene picardía, perversidad -o mala leche, como se dice en España- y su toque de malas pulgas en medio de su acostumbrada somnolencia por el alcohol, con un Paul quejándose todo el tiempo y medio que generando el efecto contrario hacia su esposa que luce más práctica que él quien al final alardea de una inteligencia que más le pertenece al recriminable abogado amante de los criminales y esa ligereza de no meditar utilizar la inteligencia en pos del mal, en éste cuento criminal o cómo convertirte en una mala persona.
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