sábado, 30 de mayo de 2020
El extraño vicio de la sra. Wardh (Lo strano vizio della signora Wardh)
Un hombre sádico, Jean (Ivan Rassimov, que curiosamente en la figura de sus personajes, en su aspecto físico, en su representación, siempre me recuerda al Jaguar de Juan Manuel Ochoa), persigue a su ex, a Julie (Edwige Fenech), la atormenta, le manda rosas con mensajes, fastidiandola -de ahí saldrá la célebre frase que dará nombre a otro famoso giallo de Martino; Tu vicio es una habitación cerrada por dentro y sólo yo tengo la llave-. Ella se ha casado y no quiere saber nada de éste hombre del pasado, que la maltrataba (hay una muy buena escena bajo la lluvia de eso). Julie tiene hoy un amante, el galán George (George Hilton), a quien bien le calza la frase de seductor de: quien la sigue, la consigue. En el trayecto hay un asesino en serie suelto matando prostitutas; como Julie es infiel entra en ese grupo para el asesino; así igualmente la mejor amiga de Julie que ironiza sobre su libertinaje y belleza física. El esposo de Julie, Neil (Alberto de Mendoza), no luce como un mal hombre, incluso es protector, pero es medio viejo, anticuado, muy formal, poco sensual, poco seductor, poco interesante. George es más del tipo latino macho -con moto incluida-. Julie es muy apasionada, muy sensual. Vemos las infaltables escenas eróticas con Fenech, que tiene un cuerpo delicioso, escultural, grande, bien curvilíneo, voluptuoso, que presenciamos especialmente desde una toma desde el techo con ella teniendo sexo, observamos majestuoso su trasero. El filme tiene al asesino en serie como relleno en realidad, para las escenas típicas del slasher, de asesinatos, con una vistosa y brillante larga navaja de afeitar. La propuesta más bien va de crímenes e investigaciones, aunque fáciles, pero con no demasiado suspenso, pero harta acción. La trama tiene varios giros de quien puede ser el asesino en serie. Al final, a media película, se descubre quién es, y éste sale de la cuenta, para volver luego. Es como si estuviéramos viendo dos películas por el mismo precio, una de terror con un asesino matando prostitutas -buena la escena en un lugar laberíntico de mucha vegetación, harto suspenso del bueno- y otra dramática con el triángulo amoroso de Julie más su ex acechador. El filme tiene su trampa con la impactante y escalofriante escena de la bañera ensangrentada. Todo es típico del cine de Sergio Martino, que tiene giallos muy entretenidos. La presente película no será muy original, pero tiene cierto parecido por debajo con su futuro popular giallo Todos los colores de la oscuridad (1972). En la carretera, cuando todo se aprecia finiquitado, aparece una deslumbrante figura fantasmal; aunque breve ésta escena es sobresaliente, con final "anunciado". Después viene la explicación express para juntar las piezas del rompecabezas y dar una solución -clásica del giallo- bastante improbable y rebuscada, pero qué importa si nos hemos divertido ya tanto.
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