La película nacional Wik (2016), de Rodrigo Moreno del Valle,
es una digna película del cine indie, del que sea en ese tipo, en especial
emulando por ratos al cine argentino, al buen cine argentino, aunque muy de
bajo presupuesto, pero bien hecho, con la austeridad de la mano pero con un
buen nivel estético –mil veces mejor que el cine indie primerizo en Perú-. Lima
parece una ciudad de película, una Lima en parte subterránea, pero no de fea
apariencia aun así; asoma medio escondida entre destellos y reflejos o globos de
luz. Lima es punto de existencia de jóvenes slackers, muchachos en tránsito
pero aun desorientados, que entregan volantes para chambear en algo y tener un
dinerito o luego poder vislumbrar el futuro. Otros viven precarios, pero
independientes, aun cuando tienen familia con poder adquisitivo. Son tres
muchachos mejores amigos, dos de ellos, una chica y un chico, tienen
relaciones, pero él no se manda a llamarla su flaca, su novia, pero es con el
hacer de un video porno que valorará el sentimiento que esconde por ella. Es un
filme con poca narrativa, más es la presentación de los personajes vagabundeando,
metidos en una piscina abandonada, apedreando las botellas vacías de cerveza. No
obstante el filme tiene un buen quehacer narrativo, fluido y atrapante, aunque
ligero y relajado, creíble. Los diálogos no son pesados, aunque tampoco
demasiado inspirados. Hay una buena relación entre los tres amigos principales,
solvente, que es el centro del filme. Se suman otros como atracción de
conflicto –la chica salida de internet está muy bien como personaje y manejo- y
pasa uno de esos secundarios que intentan ser graciosos –un chiquillo místico
pastrulo light- pero que es muy poco original y simplón. Wik, debut de Moreno
del Valle, no solo es una película de juventud sin hacer nada, va armando una pequeña
narrativa con el porno y el romance a lo moderno, pega un pequeño salto de
pretender la vida como un eterno domingo. Es una semana viendo como la juventud
padece de cierta manera, padres separados y lejanos, tíos haciendo de padres
que joden todo el día, padres a los que no les importa sus hijos, también padres
humildes preocupados en sobrevivir, es decir padres poco paternales y nada familiares,
con hijos a la deriva, abandonados en gran parte, marginados, con la luz al
fondo del túnel brillando por el cambio de edad, a la llegada de la madurez, y
ésta se refleja en algo mínimo y sutil –entre comillas- como definir una
relación afectiva, en un mundo donde parece costar querer –reflejado en cuidar-
y esto parte de otro tipo de amor, la amistad.