martes, 7 de noviembre de 2023
While the City Sleeps
While the city sleeps (1956) la dirige el célebre director austriaco nacionalizado americano Fritz Lang, maestro del cine, como también maestro del cine negro donde ayudó a sentar las bases del género y realizó bastantes películas noir. La presente es la penúltima que hizo en el género y la penúltima trabajando en EEUU y una de las últimas obras en general de su filmografía. Al mismo tiempo que es cine noir es un drama social alrededor del periodismo donde el hijo heredero de un grupo de medios de comunicación como periódicos, programas de tv informativos y agencias de noticias, Water Kyne (Vincent Price, antes de convertirse en un fenómeno o ícono en el cine de terror), pone a luchar por la administración en jefe de todo su conglomerado a 3 importantes líderes de sus empresas informativas. Uno es Jon Day Griffith (Thomas Mitchell), un notable periodista en jefe de un diario. Pero el héroe de la película es un ganador del Pulitzer en su mismo rubro, el sencillo periodista Edward Mobley (Dana Andrews), quien es el que todos quieren sea el nuevo máximo representante del conglomerado, pero él no quiere, se dice que no tiene mucha ambición personal, pero es muy bueno investigando casos criminales, como el que nos compete -que hace de fuente de mérito al puesto principal-, basado en un asesino serial real, apodado "El asesino del pintalabios", interpretado por un sudoroso y en constante tensión y joven John Drew Barrymore (que tenía 24 años), que hace de un muchacho traumado con las mujeres en una explicación ligera sobre que querían que sea niña y no niño durante su adopción. Otro es Mark Loving (George Sanders), jefe de una agencia de noticias y el rival más fuerte de Griffith. Griffith es aliado de Mobley, aunque la novia virginal de Mobley es ¡secretaria! de Loving (cosa rara ver una secretaria virginal, más si sabemos como es el jefe). El tercero en pelea es Harry Kritzer (James Craig) y no hace ni intenta hacer nunca nada especial, pero es el amante de la esposa de Walter Kyne, interpretada por la hermosa, de bella figura y sensual Rhonda Fleming, que es astuta y manipuladora. Pero la lucha por la mejor femme fatale se la lleva la reputada actriz Ida Lupino como una periodista muy sexual, muy liberal. Como se puede apreciar hay tremendo casting, con actores muy talentosos envueltos, y como el filme se explaya mucho en diálogos agudos (pero siempre clarificados) e interactuaciones casuales y sociales el disfrute viene viéndolos actuar, sostener causticidad e inteligencia cada uno a su modo. La parte de acción o criminal o noir será un 30% del total aunque la lucha por el poder viene a través de resolver el caso del asesino serial y hacer que el conglomerado periodístico siga en la cúspide con el nuevo director Walter Kyne quien demuestra ser más astuto, de lo que su padre y allegados le otorgaban, en delegar puestos importantes y buscar que todo siga óptimo con él como dueño vigilante. Es una película sobre el éxito y la competencia por conseguirlo, pero también sobre ser o intentar ser honrado e idealista en lo posible en el trayecto y en el liderazgo. Ésta gente no es perfecta, pero son de los que buscan perfeccionarse, ser más honrados consigo mismos, sin tampoco juzgar todo con una moralidad incapaz de interactuar con lo real donde asoman retos y gente compleja. También ésta gente se conoce a sí misma. Loving luce semejante a una rata en prestar a su amante para sus fines pero ésta misma conoce su calidad de libertina y su propia liberalidad, se sabe promiscua y ahí se ve buen manejo de quien cada uno es, sin por ello ser necesariamente tachado, que ni Loving ni Mildred Donner (Lupino) lo serán y es como plantear cierta audacia o un noir más propio de sí, más realista. Otros en cambio parecen muy honrados, pero no lo son, como Kritzer, aun cuando pasa por algo tonto (o sólo es porque es random), pero ciertamente no es muy talentoso, en notoria comparación con Loving y sobre todo Griffith. Mobley representa el talento innato (con capacidad efectiva), pero que quiere una vida tranquila, si bien en el lugar equivocado, asumiéndose el liderazgo como un lugar de mucha presión; y el periodismo, un lugar intenso e impredecible que trabaja sobre la corrupción. Griffith representa la tenacidad y el anhelo, el que quiere todo lo que no quiere Mobley quien digamos que es el héroe humilde, que lleva un rostro, e identidad como actor, idóneo, como clamar heroísmo y al mismo tiempo cierto perfil bajo o que quiere demostrar capacidad sin tanto reconocimiento, una excepcionalidad que no sea de cartón, es decir no una popularidad banal. Ésta realización tiene en particular una excelente secuencia de acción, tras el descubrimiento del asesino en serie, que va hasta el subterráneo. Aunque es un filme que trabaja más el drama social, sabe sacarle sustancia alrededor del noir. No es tan ágil, pero tiene muchos diálogos valiosos (desde la claridad) si tenemos paciencia y atención con su abundancia. Resulta interesante desde dónde y cómo se mueve, el mundo del periodismo, persiguiendo la noticia de un asesino serial -al que en realidad no se le da mucha profundidad, sino más funcionalidad y pocas pero visualmente buenas escenas-, una noticia que vende mucho, como lo policial.