sábado, 26 de noviembre de 2022

La gran guerra


La gran guerra (1959) es una muy buena película bélica, dirigida por el italiano Mario Monicelli. Es una comedia también y tiene gran tino donde pone la broma como cierre de cada secuencia. El filme es un retrato duro de la primera guerra mundial, donde se escenifica la lucha entre austriacos con italianos. Ostenta una mirada seria de los terrible que es la guerra, pero al mismo tiempo se permite hacer humor dentro de un contexto atípico de esto. Nunca la broma anula el contexto de guerra, no lo superficializa, pero la broma es buena porque bromea donde "no" se debe bromear, pero no llega a ser humor negro, sino es algo más inocente, aunque tiene de comedia italiana y ésta permite cierta llaneza o un poco de ordinariez, pero es un mínimo, porque Monicelli siempre mantiene el buen nivel de su comedia, sin perder identidad general y al mismo tiempo ponerle su impronta. Tiene a 2 pillos como protagonistas, pero nunca caricaturas ni que la comedia los exceda de perder su humanismo, su nexo fuerte con lo real. Están interpretados por dos actores italianos de mucho talento. Vittorio Gassman como Giovanni Busacca y Alberto Sordi como Oreste Jacovacci. Bussacca es de gran tamaño y le gusta jugar un poquito al intelectual pero desde el campechanismo; Jacovacci es bajito y más débil, pero bastante pícaro. Los 2 se parecen bastante, pero Jacovacci es más abierto con quien es o no es algo que le interese o esté al tanto; Busacca es más cínico. Pero los dos temen por su vidas y tratan de escapar en cuanto pueden del peligro natural del enfrentamiento, de la guerra. No temen hacer trampa, ser un poco viles, como que el miedo les gana y predomina su preservación, pero aun así no quieren ser malas personas, y tiene ratos muy humanos, quizá por eso son unos cobardes y requieren de ser tramposos y ladinos para sobrevivir. Se conocen cuando Jacovacci lo tima a Bussacca, pero éste finalmente lo perdona, pero luego logra desquitarse poniéndolo en aprietos con el paredón. Hay otros soldados que trasmiten nobleza y personalidad, como el ducho Bordin (Folco Lulli) que a pesar de tener una numerosa familia detrás se arriesga bastante, pero siempre mostrando que tiene mucha experiencia en la guerra. El mismo teniente Gallina (Romolo Valli) es otro gran personaje secundario, como un muy buen líder, muy identificado con su pelotón. Tanto Sordi como Gassman tienen momentos propios de genialidad en la comedia, son realmente un éxito, tienen mucha empatía con el género y se trasmite bastante al público. Uno puede verse bastante reflejado en su llaneza, en su campechanía y picardía, aunque son timadores y cobardes. Esa es la genialidad de Monicelli, de ponerles matices, nunca son tontos del todo, bonachones sí más a ratos. Tampoco temen jugar con quedar mal parados. No obstante siempre salen ilesos, son inmunes a la lapidación total. El final redime a uno de ellos y el otro cae en la misma situación pero en la ley de la eterna venganza de los compañeros disparejos o peleados, jugando a tomarse el pelo siempre. Se parecen bastante, hacen de compinches, pero en el fondo son agua y aceite porque son como espejos y saben de sus defectos y en el fondo se da una autocrítica. El cierre es como una última broma macabra, con su cuota de perversidad, pero curiosamente dentro de cierto toque tangencial o envuelto en cierto paquete de inocencia. La picardía y la perversidad maneja mucha astucia en la propuesta, nunca deja de ser un filme amable, popular, buena onda, pero es notoriamente inteligente. Hay muy buenas bromas al termino de cada secuencia, hay tremendo nivel de humor, y es una gran película de guerra y a la vez una excelente comedia. La parte femenina que hace Silvana Mangano como la prostituta Constantina es también maravillosa. Tiene escenas muy pícaras y graciosas con Gassman que hace de pretendiente serio como que no sabe de su oficio, pero se da un juego donde disimulan no conocerse para timarse mutuamente, pero también se forma un lado romántico muy bueno. Es una mirada muy liberal; al mismo tiempo Mangano maneja un lado rústico y naturalmente sensual y un toque de humanidad, un lado femenino común, a pesar de su profesión donde suele calmar sexualmente a los soldados y se conoce a todo el regimiento. Mangano es bella y muy chispeante, es muy intensa, tiene un personaje lleno de carácter y llano, típico de la comedia a la italiana. El filme tiene de violencia propio de la guerra, tiene de comedia y también tiene ratos de ternura.