Éste trabajo chileno de animación en stop motion ganó mejor corto en el festival de Venecia 2021, le pertenece a la dupla Joaquin Cociña y Cristóbal León. La protagonista es una muchacha que recuerda a la de la película de Tim Burton, El cadáver de la novia (2005). En éste corto de 14 minutos de duración una muchacha anónima es una especie de bruja y a la vez una anfitriona de teatro de variedades. La muchacha que luce como una princesa entre autóctona y refinada, ligeramente hippie, fresca, juega a la ironía popular, que recuerda en cierta manera a Beetle Juice (1988), otra joya de Tim Burton. El corto es de terror, es macabro, y trasmite susto en la mirada de piezas corporales desmembradas y descompuestas moviéndose caóticamente o en un baile frenético, como salidas de una plancha de autopsia, aun siendo animación y lo logra sin esfuerzo, viéndose natural y en un estado relajado que hasta se ve que la bruja juega a la titiritera y permite ver un poco el mecanismo técnico del filme que astutamente lo usa como recurso visual abierto y narrativo. El filme es progresivo en la construcción que implica al mítico Frankenstein de la gran Mary Shelley, se sacan de la tierra dos cadáveres pútridos, se les pone piel, forma, cuerpo; yacen primero en pedazos, luego son cosidos y forman monstruos, seres humanos deformes, hasta finalmente ser vestidos. Todo toma cierto tiempo, no es inmediato, cada momento piensa en cuajar; son huesos, piel y ropa, los monstruos pasan por éstas tres fases y distintos bailes y teatro. La muchacha "inocentemente" domina la situación, como una demiurgo; estos dos cadáveres yacen manipulados todo el tiempo por ella, ahora resurrectos como zombies, juzgados por la tierra, esa que la muchacha moviliza como parte externa de su anatomía mutante, mágica; es la fusión simbólica con las raíces chilenas, que han venido a juzgar a estos dos cadáveres, que son los políticos chilenos Diego Portales y Jaime Guzmán. Portales es el ministro que sentó las bases del estado de Chile, en el nacimiento de Chile como nación organizada independientemente, durante comienzos del siglo XIX, y representó el poder de lo aristocrático, es decir, lejos del poder del pueblo, y si se quiere, actualizándolo, del socialismo moderno, ese más moderado y económicamente inteligente. El otro es el continuismo que representa el ministro y asesor próximo de Pinochet, Jaime Guzmán. Ambos políticos fueron asesinados y su aparición en el retrato de variedades se hace mucho más lógico de lo que uno puede creer sin perder la perspectiva de un ubicuo análisis político del actual Chile, en ésta sesión de espiritismo con toques irónicos y teatrales, pero sin ir muy lejos del terror y del arte popular. El corto hace como que fuera material descubierto de una data de comienzos del siglo XX, pero aunque Guzmán nació después es por ser también una visión de futuro, de los cambios en la realidad política y social chilena contemporánea auscultando el pasado. Ésta data así mismo simboliza estar sentando los cimientos de la animación chilena y latinoamericana, hacia una visión competitiva, internacional, de nivel y con personalidad. Es un divertimento visual, estético, con su roturas de paredes y encuentro de pasajes secretos en busca de lo oscuro, y también una pequeña declaración política empatizando con los nuevos tiempos.