domingo, 23 de abril de 2023

El caso Padilla

El caso Padilla (2022), documental del cubano Pavel Giroud, estuvo el 2022 en la sección Horizontes Latinos, sección perteneciente al festival de San Sebastián. Luego ha estado, recientemente, en el 41 Festival cinematográfico internacional del Uruguay que es organizado por la Cinemateca Uruguaya, filmoteca que tiene 70 años de existencia. El caso Padilla obtuvo una mención especial (2do lugar) en éste festival, en la competencia iberoamericana. Es un filme muy interesante, que da para conversar bastante, aun cuando es bastante sencillo formalmente, y no menos inteligente, porque maneja mucha profundidad temática, adscribiéndose a recuperar y difundir una conferencia que se hiciera hace como 50 años en Cuba, durante 1971, en la cede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) donde el escritor, poeta y periodista cubano Heberto Padilla haría una Autocritica. Giroud hace de muchas horas un compendio formidable, que expone de manera notable una situación capital durante el gobierno de Fidel Castro en la misma Cuba donde el gobernante daba un vuelco a su política frente a los intelectuales de su país y la libertad de crítica y expresión dentro -y si se podía fuera también- de Cuba. Fidel Castro gobernó desde 1959 hasta el 2008 si bien murió el 2016. Es un filme que denuncia la situación no solo de la Cuba de Fidel, sino de toda dictadura, que rápidamente coartan la libertad de expresión, por lo general proponen una policía especial encargada del asunto y un ambiente de vigilancia y control sobre posibles disidentes de la política reinante. Heberto Padilla tras un viaje a la URSS regresó a Cuba en 1966, empezó a quejarse y discutir la política de Fidel, esto lo puso bajo cierta marginación, desempleo, y la cosa empeoró con él, escribió poesía donde mostraba su sufrimiento, pena y desilusión, lo que lo llevó a ser visto como un contrarevolucionario, un enemigo del estado. Tómese en cuenta que Heberto vivía en la misma Cuba. La poesía lo hizo ganar un premio y se hizo más notorio su disgusto internacionalmente. Era periodista también. Heberto era socialista, creía en la revolución, pero veía cosas que no compartía. También sentía injusto ser marginado por querer expresarse en libertad. Pero como siguió por esa línea llamada por el estado de contrarevolucionaria fue arrestado en 1971. Estuvo preso poco más de un mes. Muchos intelectuales del mundo, escritores famosos, incluso marcadamente socialistas abogaron por su libertad. Cuando Heberto fue liberado se realizó la famosa conferencia llamada por él de Autocritica. Heberto salió a defender el gobierno de Fidel y a señalarse tal cual decía el gobierno que era él, un contrarevolucionario. Argumentó fieramente en contra suya y hasta señaló compañeros y amigos como partidarios de ésta contrarevolución o comportamiento negativo para la revolución cubana, compañeros que estaban en la sala, en una conferencia que estaba siendo filmada e iba a ser parte del gobierno, ya que ésta era un entidad también adscrita -como todo en Cuba- al partido y a la revolución. Heberto hizo tremenda autocritica, lo que parecía hecha por un demente en cierta manera, no lucía algo natural, ni normal, aunque hacia uso excelso de su inteligencia para exponer argumentos en contra suya, en contra de su trabajo literario y todas sus acciones. Su demencial autocrítica inclusive alcanzaba a su esposa como contrarevolucionaria. Todo esto hacen del material un lujo de visionado, donde hay entrevistas maestras de los famosos escritores involucrados. Gabriel García Márquez, quien era el socialista más duro de roer de los famosos intelectuales y escritores, dijo que ésta autocritica más bien le hacia daño al gobierno de Fidel, daba a entender que no había libertad de expresión y habían hasta posiblemente torturado y amenazado a Heberto y con él, como dijera otro gran escritor, José Lezama Lima, alcanzaban a todos, todos podían estar en la misma situación de ahora en adelante, algo había cambiado. Se pueden tejer algunas teorías, diversas justificaciones de lo que llevó a Heberto a hacerlo, pero el propio Heberto se convertiría en una contradicción andante. Como reza el filme en la apertura, hay que tener convicciones, hay que tener una verdad, creer en la verdad, aunque sea la nuestra, ser auténticos, creer en nosotros de paso. Heberto prácticamente se autodestruyó como intelectual y escritor. Afuera -cuando se fue de exilio a EEUU, a comienzos de los 80s- siguió contradiciéndose apoyando a la Cuba de Fidel, y terminó convirtiéndose en un hombre sin voz, alguien que nadie quería oír ni tener cerca. Él mismo lo dice apenado en un video. En un momento de su famosa Autocritica llega a decir que pudo pasar por algún problema psicológico durante esos años de disidencia hasta 1971, lo dice como quien lanza un gran discurso sin mucho rollo, como parte de un conjunto, luciendo muy a pesar de todo como un hombre muy bien hablado y muy inteligente. Quien sabe si le ofrecieron una mejor vida en Cuba. No obstante no parece el motivo, e igual lo mandaron a vivir al campo, como a quien quieren mantener invisible, y lo triste es que fue él quien lo hizo, aunque seguramente hubo un tipo de fuerza también mayor en el proceso de esa demencial Autocritica, donde se le ve sudando muchísimo, bastante tenso, mientras los amigos presentes lo oían atónitos, aunque muchos también ya debieron estar avisados. Finalmente es un retrato único, de primera mano, sobre lo que significa vivir en una dictadura, sea de izquierda o derecha, o en un mundo sin libertad de expresión, sin poder ejercer la intelectualidad si pretende criticar. Heberto usó sus propios argumentos para aplastarse, haría uso de una demencial falta de convicción, y ese estigma lo arrastraría toda su vida. Se puede criticar con altura, se puede criticar negativamente algo y ser constructivo. Lo que hizo Heberto fue como si perdiera su personalidad, perdió su propia voz y así desapareció. Pero fue el gobierno (fue el poder todopoderoso), quizá el anhelo de prosperidad, la falsa aceptación, el miedo a las consecuencias, pero finalmente fue todo un engaño del poder (la nada en realidad estaba en otra parte), el poder sin meditación, sin esa autocritica que debió ser suya y no de un peón como Heberto, éste especie de Robert Walser cubano. Dentro del aleccionamiento o doctrina que parece le han enseñado los agentes de la policía especial cubana, bajo la batuta de la ideología del líder revolucionario, que curiosamente Heberto denomina de gente muy inteligente, como mejor que él, hasta ahí llega el dominio de su situación por el gobierno, está decir que los contrarevolucionarios con su pesimismo hacen que la revolución esté en peligro de desintegrarse, aun cuando la de Castro es en realidad una dictadura disfrazada de gobierno del pueblo. Pero toda sociedad o gobierno debe ponerse a prueba de poder llegar al éxito a los demás, es un liderazgo que tiene que cumplir con su pueblo, con su gente, y para ello debe poder criticarse para enmendar lo que hay que subsanar, aunque bajo parámetros realistas, pues no existe sociedad perfecta. La sociedad debe construirse con la suma de los intelectos en pos de un mejoramiento argumental que lleve todo a una práctica exitosa, de una convivencia que realice a una nación, es así que todos esos escritores firman por la libertad de expresión, pues ven, en Heberto, alguien capaz de aportar a su sociedad.