miércoles, 1 de junio de 2016

A Última Vez Que Vi Macau

Un transexual de vestido oriental de nombre Candy (Cindy Scrash), misma femme fatale (punto central del filme), sale haciendo playback de la canción “You Kill Me” que cantaba la provocativa Jane Russell en Una aventura en Macao (Macao, 1952), película de la que cogen ese momento musical y el quehacer de un noir, más nada, por ahí también una mención verbal a Jane Russell. Después, el filme, que cuenta con la codirección de João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra da Mata, en el primer largo que trabajan juntos en la dirección, antes Guerra da Mata era colaborador de los largometrajes de ficción de Pedro Rodriguez, toma la particularidad de que sus protagonistas salen fuera de campo o son filmados sin enseñar sus rostros, muchas veces apenas los pies, dentro del contexto turístico, el dato histórico, el exotismo de haber sido colonia portuguesa por más de 400 años (donde hoy casi nadie habla portugués) y la belleza de Macao, como quien ha filmado un documental, y le inserta una historia de ficción encima agregando tan solo unos cuantos detalles para darle forma creativa literaria, logrando que las líneas entre ficción y documental queden difuminadas, habiendo de thriller, noir y hasta el uso de la ciencia ficción en cierto parecido con el método de expresión de La jetée (1962), de Chris Marker.  

A Última Vez Que Vi Macau, tiene de protagonista a João Rui Guerra da Mata (aunque poco nos demos cuenta), que vivió 30 años atrás en Macao, y quiso algún día regresar, y vista la oportunidad plasmar algo de su autobiografía en el cine con respecto a este lugar multicultural, paradisiaco, aventurero, entretenido (mismo Las Vegas) y nocturno. De lo que crean una historia ligera, con su toque personal, por lo que vemos que Candy pide encontrarse con Guerra da Mata y al final resulta secuestrada por una banda criminal inspirada en el zodiaco y en la mutación animal, viendo actuar en un tercer puntal a un sicario que carga una jaula de pájaro cubierta. No es mucho, pero resulta curiosa, amplificada en los sonidos o dibujada en lo austero y pequeño.

El secuestro no deja ver más que un zapato de taco alto en la escena, habiendo sugerencias narrativas que parecen simples ocurrencias, efímeras, como que en un juego de paintball se dé inicio a la persecución criminal, a lo siniestro, en pleno infantilismo lúdico, dentro del llamado de una idea legendaria de plena corrupción en el lugar, misma la película Una aventura en Macao, pero sin un imponente, irónico, seductor y de ojos sobrados Robert Mitchum, sino ver pasar las zapatillas blancas de Guerra da Mata. No obstante, A Última Vez Que Vi Macau, más allá de su llaneza en la caracterización general, especialmente la de los vaporosos protagonistas, logra poseer una cierta atmósfera de sensualidad, digna de Macao.