The Shooting (1966), de Monte Hellman, es un western raro,
se parte a partir de una tumba, una muerte misteriosa y una huida, pero no se
entiende hasta el final. Tiene a una mujer (Millie Perkins) que le paga a un ex
cazarecompensas para que sea su guía, la transporte a un lugar. Willett Gashade (Warren Oates) es éste guía,
que acepta a regañadientes por la terquedad de ésta mujer, pero a medida que el
filme empieza su recorrido hacia un territorio del que poco se explica Gashade
tiene una corazonada de lo que pretende la mujer y es lo que secretamente lo
motiva a seguir y aguantarla.
Junto a Gashade está un hombre medio idiota llamado Coley (Will
Hutchins) que el guía obliga a la mujer a que le pague y los acompañe. Coley es
un tipo bonachón y Gashade lo quiere como un hermano pequeño. Coley no es
cómico sino es un tipo lento e infantil. Su participación es algo molesta,
además de que se siente fuertemente atraído por la mujer y se comporta más
tonto aun. Pero el filme propone cierta originalidad con él, como cuando se
topa con un hombre abandonado moribundo en el desierto y le regala caramelos.
El filme es el trayecto sin explicación hacia un lugar, pero
a medida que avanza el filme se empieza a intuir de qué trata todo, y es algo
sencillo, pero se guarda Monte Hellman de explicarlo hasta el final. El filme
se entiende claramente en última instancia con aquellos fotogramas ralentizados
del doble, aun cuando la propuesta tiene una argumentación mínima. Pero es un
western atípico, hay muy poca o casi ninguna escena de acción.
La rivalidad del héroe Gashade la aporta Jack Nicholson como
el pistolero Billy Spear, se trata de crearle mítica, pero Nicholson aunque luce
una buena presencia como pistolero, creíble, por su comportamiento y engrandecimiento
se nota algo ridículo. Oates en cambio está muy natural, y mejor. Esta
rivalidad se pone un poco infantil cuando Coley no puede esconder que le desagrada
Spear, y no le teme aunque Coley con las armas sea muy común. Esta interacción de
los tres es particular, no lo hace un western tan trascendental, pero mantiene
la atención.
Es un filme que en el fondo no parece western, sino una road
movie con gente que no se lleva muy bien y no tiene una idea muy clara de que están
haciendo, pero siguen adelante porque lo que importa es la interacción entre
ellos, las armas parecen meros adornos o juego. De cierta manera el remate es
como sacar un truco bajo la manga. Aunque está obviamente planificado parece
casual o quizá un pretexto para darle lógica a un filme espontáneo. El filme
tiene un toque psicológico si se quiere, un toque muy indie, la acción propia
del western es irrelevante. Por todo ello no tiene desperdicio, no es lo que
uno espera en el género, pero sí como cine.