viernes, 28 de febrero de 2020

Uncut Gems

Adam Sandler interpreta a un apostador empedernido dueño de una tienda de joyas en New York. Él es Howard Ratner, un hombre con una gran deuda a cuestas, pero a pesar de que la deuda está relacionada con gángsters Ratner sigue apostando -quizá porque cree deberle a un familiar-, buscando el día de su suerte. Sandler hace de un tipo intenso, apelando como identidad al judaísmo, que está bastante presente en toda la película. Ratner también es un tipo ultra moderno, un tipo cool. Hay una escena que lo pinta de cuerpo entero, su amante, una mujer hermosa de cuerpo escultural, se tienta, está a puertas de serle infiel, con un cantante famoso, rico, exitoso, en toda onda, pero Ratner la descubre y la bota. Ratner muestra que no es ningún perdedor -que se manifiesta más allá de los tantos golpes de la vida- y no necesita ser el mejor para que su amante lo ponga por encima de un súper cantante o tipo top. En una maravillosa escena ella le ruega, mientras niega la infidelidad, pero Ratner muy sobrado, seguro de sí y orgulloso le da la espalda en toda fuerza, de esto ella recorre el camino de vuelta rechazada, el humillado no es él, sino ella, todo muy actual, muy natural. Los Safdie manejan muy bien al protagonista. En su vida hay bastante calamidad, como con su ex esposa, otra mujer de impresionante cuerpo, la que lo detesta y no quiere darle otra oportunidad, ahí anida un eje, la vida golpea violentamente a Ratner. No obstante éste se niega a ser una víctima, aunque tomando decisiones peligrosas. Los Safdie manipulan bien el espectáculo en todo esto, aunque es un filme que abruma un poco en su intensidad, pero es notable al mismo tiempo en su realismo. Ratner se halla en aguas salvajes, y no está del todo como pez en el agua, en ese lugar hay ejemplar uso de matices. Ratner no es ni muy astuto ni muy tonto, no se las sabe todas, brilla y también es hundido en el barro. El mundo criminal lo sobrepasa, y es un tipo que no mide consecuencias. Los Safdie parecen decir que el New York criminal se traga a la gente. Ratner finalmente es un judío, no es una mala persona del todo, es familiar aunque imperfecto, es avispado pero aun algo inocente. El filme tiene varias sorpresas, una curiosa son las monedas que brotan de la boca de la hija de Ratner. Aquello implica lo que mueve todo el filme, la ambición de dinero, la dependencia de mucho dinero, y la dificultad de hallarlo. El New York que vemos es de los que la quieren fácil (criminales), o de los emprendedores pasándola dura (gente común). Es el dinero como el día de tu suerte, el tiro de una eterna última jugada -la historia de un adicto-. Es el hombre remando contra el destino que quiere destruirte -New York como un monstruo-, apoyado de defectos -obsesión; ser kamikaze- y virtudes -perseverancia, resiliencia-. pero también paradójicamente incluye el juego de la autodestrucción. Los Safdie dominan el barrio, dominan la calle, planteándola magistralmente desde lo judío, y se ve que han estado bien asesorados, e imponen a sus tomas e imágenes harto vértigo y velocidad. Sandler coge la posta y se mueve a mil, brinda una gran interpretación. Un basquetbolista cree en el misticismo de lo bruto -en la gema sin cortar-, el llamado del poder del dinero se esconde debajo. El problema es que al final de la jornada la realidad no es bella, y así se plantea el filme, por encima de todo.

lunes, 17 de febrero de 2020

Once upon a time in hollywood

Tarantino puede ser banal, pero también muy entretenido. Tiene secuencias fuera de serie como cuando Brad Pitt va en busca de un doble abandonado con unos hippies, interpretado por el master Bruce Dern, y se ve como un escenario de terror -género maravilloso- donde los hippies pueden actuar primitivamente contra el doble de cine que hace Pitt. El filme se carga de suspenso por ese entonces, donde suma un dotado manejo de cámaras. Otra secuencia alucinante es cuando Pitt lucha contra un vanidoso y sobredimensionado Bruce Lee pero aun sí un buen peleador; Tarantino demuestra mucha imaginación y hasta suena crítico contra la leyenda del arte marcial. El western en blanco y negro que articula DiCaprio -otro género adorado- también muestra bastante encanto. DiCaprio es un tipo más soft en la película, mientras Pitt hace de un tipo duro y fuerte hasta los huesos, pero sumamente leal al personaje de DiCaprio, que hace de un actor famoso venido un poco a menos. En el filme se muestra la vida de Sharon Tate (en los zapatos de la hermosa Margot Robbie) y el ataque del grupo de Charles Manson. Pero Tarantino apela a la libertad del cine y exhibe un final hermoso, aunque irreal. La propuesta también tiene harta violencia, como con un lanzallamas y quemar vivo a criminales. Es un filme entretenido, que se dedica a eso, más que a tener alguna historia, o maneja una desenvoltura maestra con el hedonismo. Tarantino sabe manipular el ritmo como los grandes, su filme dura 2 horas treinta y tanto y poco se sienten. Éste cine es harto pop, y muy cinéfilo, y dice lo que le place, como cuando refiere al spaghetti western, que tiene su magia y placer, pero también remite al descenso profesional de los actores. Buena dupla de compadres la que hacen Pitt y DiCaprio, cargada de sensibilidad y hombría al mismo tiempo. A Tarantino se le quiere en especial porque es un cinéfilo confeso que hace muchas alusiones a su sapiencia cinematográfica que se mueve sobre el cine de culto, el cine internacional en parte placer culposo y el cine de clase B de cierta manera y porque busca el hedonismo rabioso y auténtico, no trata de ser trascendente -que también es bueno-, trata de que la pases bien y así es con Once upon a time in Hollywood, una película más propia de un director bien cuajado, que se conoce bien, que alguien intrépido en realidad, pero teniendo entre manos una película jugosa.