Athos Magnani hijo (Giulio Brogi) va al pueblo donde murió
su padre, donde lo mataron, quien se ha convertido en un héroe para éste
pequeño pueblo italiano, la ficcional Tara. Athos Magnani padre murió luchando
contra los fascistas, cuando planeaba matar al mismísimo Mussolini. En Tara el
hijo interactúa con los 3 mejores amigos de su padre y su amante, Draifa (Alida
Valli). El filme de Bernardo Bertolucci juega con el doble al tiempo que
presenta a padre e hijo con ayuda del presente y el pasado.
Para diferenciar a Giulo Brogi que hace de ambos Magnani el
filme utiliza simplemente una bufanda roja que lleva el padre y una actitud más
decidida, como un semblante enojado o serio de éste; el hijo es más de rostro
meditabundo y observador. Con ésta sencillez tenemos dos protagonistas en la
misma persona, algo importante porque veremos por mucho tiempo como se
presentan junto a los demás personajes que mantienen idéntica figura, es decir,
edad. Brogi es de lo más austero en su interpretación, pero es realmente
efectivo.
Es importante diferenciar padre e hijo para entender pasado
de presente, aunque una posible lectura apunta que el hijo se fusionará con el
padre y a la vez el presente con el pasado. Esto se percibe en especial con el
envejecimiento repentino de las vías del tren. A esto también se le puede
agregar que en el filme predomina la manipulación de la idea de que Athos sea
un traidor o un héroe, haciendo difícil decidirse por una opción, que es donde
yace la maestría del creador original de la historia, el gran Jorge Luis
Borges, en su cuento “Tema del traidor y del héroe”, quien con mucha sutilidad
plasma una escritura de múltiples miradas con apenas unos pocos detalles
puntuales y aparentemente sencillos, pero sorprendentemente ricos.
Bertolucci hace un filme muy competente, uno que logra coger
la esencia del original de Borges, y aunque muchos pueden creer que es fácil conseguirlo
no lo es en realidad porque son 2 lenguajes distintos y pasar la maestría de la
literatura al cine siempre es harto arduo. Uno puede obtener algo sobresaliente,
pero muy diferente, como le pasa a Michelangelo Antonioni adaptando el
magistral cuento de Julio Cortázar, Las babas del diablo, creando Blowup (1966),
una película descaradamente arty, pero divertida e interesante a un punto, pero
bastante diferente al original, e incluso bastante menor a su grandeza. Bertolucci
no, es artístico, personal, original y curioso en cierta medida, pero coherente
y digamos que de cierta manera fiel al magma de Borges, como que comprende notablemente
bien el libro. Y rompe con lo que solía decir Hitchcock, que un libro no tan
sobresaliente solo puede crear una película notable. Una curiosidad también es
que La estrategia de la araña (1970) no es un filme muy conocido y aquí existe una
injusticia, porque es realmente una muy buena propuesta.
El filme de Bertolucci es un filme que no recurre a muchos
elementos, no es un filme grandilocuente ni fastuoso, ni siquiera en extravagancia,
pero es un filme complejo aun así. Y nuevamente es que coge la esencia de
Borges, tal cual su escritura. Apenas recurre a cierta poética como con las
ancianas sentadas en la carreta de bueyes explicándole al protagonista la
situación a puertas de entrar a la memoria de la ópera de Rigoletto. Igualmente
la mención del genio de Shakespeare es simple en el filme, muy didáctica, pero
invoca al mismo tiempo el metalenguaje, que es donde también trabaja Bertolucci
buscando romper con el tiempo, con los personajes, con los propios límites de
la narrativa.
Mientras, no descuida la belleza de la narrativa, el arte de
contar (y crear modernidad), proponiendo novedad. Conocer a los tres viejos –propulsores
de una golpiza variopinta, paradójicamente divertida, curiosa, pero no ridícula-
y sentirse atraído por la amante del padre tiene un aire de misterio, de ir
contra lo convencional, pero sin caer en la incoherencia. Finalmente (casi) todo
tiene sentido. El filme se explica, dice un diálogo que uno no es uno, sino
muchas personas, un cúmulo de contradicciones. La obra puede ser catalogada de
imperfecta, aunque sea genial, porque no explica en profundidad el lado traidor.
No obstante se entiende que esto remite a la complejidad de las personas. Simplemente
pudo dudar, aunque finalmente la originalidad vence al destino.