Un día en la vida de Andrei Arsenevitch
Éste es un ensayo cinematográfico del francés Chris Marker que analiza
el cine de Andrei Tarkovsky, y hasta lo filma en sus últimos días. Una
curiosidad es que menciona que en una sesión de espiritismo que hiciera Tarkovsky
se comunicó con Borís Pasternak y le manifestó que haría 7 películas,
justamente lo que pasó, y aunque él creía que eran pocas películas le dijeron
que serían notables. Según el filme Tarkovsky toma conciencia de ésta premonición
cuando lo vemos editando su última propuesta enfermo desde su cama. El documental
compara, unifica, las películas de Tarkovsky con su vida real, como con la
espera del director ruso y su mujer por la llegada de su hijo, el permiso de la
URSS para que salga del país, que lo hacen ver igual que El espejo (1974); o el
lograr la toma perfecta del incendio del final de El Sacrificio (1986) y que
Tarkovsky grite de alegría lo unen con la celebración tras el levantamiento de la
campana en Andrei Rublev (1966). En el estudio del cine de Tarkovsky se
menciona que el director hacia sus filmes pensando en los cuatro elementos de
la naturaleza. Sus personajes se mezclaban, se revolcaban, con la tierra; se
veía incluso a la lluvia y el fuego en una misma toma; el aire se hace presente
como con el globo aerostático y la bella mirada desde arriba en Andrei Rublev.
Estos elementos se convertían en arte en el cine de Tarkovsky. Igualmente su
lado místico, con lo que no buscaba que sus personajes miraran hacia el cielo,
sino que el cielo mirara hacia los hombres, que Dios observara su creación. Con
el tiempo Tarkovsky –nos dice el documental- se desprende de pretextos y
explicaciones. Tarkovsky quiere que el cine iguale a las mayores artes, sea
apreciado en la misma liga, con la misma admiración. Utiliza por ello la
pintura como un espejo o hace hincapié en la lectura de literatura o de historia
en sus personajes. Tarkovsky siempre tuvo trabas y negatividad de parte de la
URSS, fue un cineasta exiliado, pero fue el más ruso de todos nos dicen, y se
deja ver en Nostalgia (1983). La censura de la URSS incluso le recriminó que el
protagonista en Solaris (1971) no llevara pantalones. El documental hace ver
que Tarkovsky dejó muchos lugares de fe por
creer en su séptimo arte, como la medio inexplicable La Zona de Stalker (1979);
creyó en la ciencia ficción como vehículo para lo místico. También nos dice que en una de las primeras escenas de La infancia de Iván (1962) aparece un niño al lado de un árbol joven y se
cierra el círculo en Sacrificio con un árbol muerto.
Éste documental de Chris Marker es un detrás de cámaras de la
película Ran (1985). Nos habla de los lugares comunes del cine de Akira
Kurosawa, dividido por secciones, como el amor del director japonés por los
caballos que incluso simbolizan cosas en sus películas. También por la lluvia
que John Ford le dijera que había notado su aprecio especial por ello cuando se
conocieron y el nipón se lo confirmó directamente. Kurosawa luchaba a menudo contra
el clima, lo tenía como un rival, como en el Monte Fuji durante el rodaje de
Ran, pero esculpía con éste igualmente su arte. Le criticaban la violencia en
sus obras, pero el director se defendía que mostrarlo, verlo, era enfrentar y vencer
el miedo hacia ello. Afirmaba no gustarle en absoluto la violencia, pero era su
manera de catarsis exhibirla en sus películas. La niebla y el fuego también toman
mucha parte en su séptimo arte. Vemos a Kurosawa involucrarse en toda la
fabricación de Ran, convertirse en un autor en toda la palabra, secundado por
gente con quien siempre trabajaba, bien explicado en el uso de tres cámaras al
mismo tiempo. Al director nipón se le ve muy tranquilo y amable, luce todo un
caballero y alguien humilde, pero estaba en todas, corregía hasta lo más mínimo.
Éste detrás de cámaras permite ver la admiración de Marker y del entorno de
Kurosawa, a quien llamaban sensei, uso más frecuente en el arte marcial, pero
refiere a un dominio excepcional. Kurosawa ya tiene cierta edad en éste
documental, como admite. No obstante sigue al pie del cañón dominando cada
pedazo de su magistral arte, como mandar a pintar la vegetación de color dorado
y fabricar una luna para crear una escena exacta a su gusto e imaginación. Es un
quehacer meticuloso como ver la sincronización de flechas encendidas con fuego arrojadas
hacia la niebla profunda. El detrás de cámaras es medio gaseoso visualmente, más
que todo es ver la arcilla en transición, la grandeza viene después al ver Ran
terminada y cada obra suya. Son órdenes, planificación y detallismo lo que
presenciamos, gente comprometida, apasionada, hasta los extras, a los que
observamos meterse en su rol, vestirse, comer, gritar, coordinar, marchar,
bromear, etc. Son parte importante desde el más pequeño gestor hasta su sensei,
el gran Akira Kurosawa.