El italiano Sergio Sollima dirige éste spaghetti western,
con Lee Van Cleef como Jonathan Corbett, un cazador de hombres, como lo llaman,
de outlaws, hombres fuera de la ley. Empieza con tres bandidos celebrando su
escape cuando aparece de la nada Corbett y en una escena de esas míticas -como
presentación- les entrega a cada uno una bala. El resto es historia. Corbett se
mezcla con políticos y gente aristocrática pensando en postular a senador.
Conoce al empresario Brokston (Walter Barnes) con quien se hace aliado para su
campaña y la construcción de una vía de tren. A Brokston lo acompaña el Baron
von Schulenberg (Gérard Herter), y no es difícil de imaginar que veremos en algún
momento un duelo entre Corbett y el Baron que suele preguntar por su capacidad
de disparo y vanagloriarse ante él.
Éste filme de Solima tiene muchas escenas de acción y sigue
un recorrido muy poco previsible, llegando incluso el protagonista a cruzar la
frontera y estar en México. Está muy bien preparado. El meollo del asunto lo
trae un mexicano apodado Cuchillo (Tomas Milian) que señalan ha violado y matado
a una menor, por lo que se le encomienda a Corbett atraparlo. En esa consigna
se le escapa muchas veces Cuchillo que es muy escurridizo y habilidoso. Su
introducción se da con un escape con acrobacia en caballo. Corbett es un tipo
muy terco y dotado tirador, pero le cuesta mucho atrapar al humilde Cuchillo,
que como su sobrenombre indica es un maestro con el uso de dicha arma, que reta
incluso con ésta en duelo a pistoleros.
Entre las muchas escenas gloriosas de acción que hay en el
filme está una en un rancho, previo maltrato a Cuchillo, que dígase de paso le
es muy atractivo a las mujeres, tanto aprovechado como mujeriego. En el rancho
gobierna una fémina conocida como La Viuda (Nieves Navarro), una mujer sensual,
solitaria y fuerte a quien respetan mucho. Corbett enfrentará sólo a muchos
cowboys en el rancho. Luego irá al desierto donde surgirán nuevas aventuras con
Cuchillo que suele ser muy tramposo también. Corbett no es un superhombre,
falla, le cae algún tiro y pasa las de Caín cuando lo engaña Cuchillo. Entre ellos
surge una cierta amistad–odio-responsabilidad que da mucho entretenimiento. Milian
y Van Cleef son leyenda en el spaghetti western y se notan las razones
claramente. A ambos se les exige bastante física y emocionalmente y se entregan
en toda magia.
En el filme hay muchos pistoleros duchos como un cura ex
bandolero. No todo es acción, hay su sencilla celebración y sus discursos del
mundo salvaje del western. Otra escena memorable es en un prostíbulo en México
con el solitario Corbett peleando contra todo el mundo. Pero la secuencia
cumbre llega con la persecución final de Cuchillo cansados todos de no poder
con él, que es verdaderamente escurridizo y tan decidido y corajudo como
Corbett. En dicha escena hay un aire a cine social muy logrado. Tampoco faltan los
hermosos duelos llenos de emoción.