El italiano Sergio Corbucci hace una película
contextualizada en la revolución mexicana, con dos líderes revolucionarios enfrentados
y muy distintos entre sí, uno utópico, idealista, interpretado por Fernando Rey
como el profesor Santos, y el otro, un tipo bastante corrupto y salvaje, en el
general Mongo (José Bódalo), genial en su rusticidad. Pero la fiesta viene con
los dos héroes, porque el presente aunque un spaghetti western también es una
comedia.
El filme pierde algo de valor porque cantidad de momentos
privilegian la broma que la acción. Pero es una película entretenida aun así y
también le sobreviven muchas escenas intensas. Los 2 héroes son El Vasco (Tomas
Milian) y el sueco Yodlaf Peterson (Franco Nero).
Entre El Vasco y el sueco surgen muchas bromas, con un
Peterson muy listo, tanto como ambicioso, y un Vasco humilde y medio tonto pero
muy corajudo, como un creyente en la revolución, salido de abajo, empieza de
lustrabotas. Peterson le toma el pelo a su amigo todo el tiempo, El Vasco aun
así exuda mucho carisma y tiene sus ratos de pequeña revancha.
Ambos pasan momentos de indefensión –el astuto Peterson
siempre está a puertas de morir, aunque mantiene su sentido del humor- y
requieren de la suerte o del otro para vivir. Corbucci bromea en toda libertad con
la imagen de sus héroes y mantiene su bravura con las armas.
Otro puntal curioso es el de un tal John (Jack Palance), típico
nombre americano y cowboy ruin, que se parece en el accionar al sueco, ambos se
ven movilizados por el dinero. John es aficionado a la marihuana, tiene una
mano artificial y carga un halcón que ama. Todo esto apunta a crear un rival
atractivo en el plano de la imagen, aunque en la acción en sí genera poca
magia. Jack Palance no está particularmente inspirado, se le aprecia mejor más serio, rudo.
Es un filme que se burla un poco de la revolución o da a
entender que prefiere el espectáculo. Se celebra la violencia como
entretenimiento, se celebra el western no tomándosele demasiado en serio. En la
parte política –que hay mucha, sin mayor profundidad- la broma dispara por
todas partes, el sueco puede ser visto como un extremo capitalista y el Vasco como
un idiota revolucionario, más una figura a lo Che Guevara, lo mismo con Santos, como
un tipo inocente, y a Mongo como un mentiroso, un oportunista, un clásico político.
Lo mejor del filme es la interacción entre Milian y Nero, actores
representativos del spaghetti western, prestos en ésta oportunidad a la
comedia, a bromear con su imagen. Como están en toda la película -que abre
con un duelo entre ellos- hay que decir que es una película decente, salvaje,
como algo en bruto. Mención especial de la belleza de la alemana Iris Berben
como una creíble mexicana, rústica, sensual, combativa, aunque secundaria.