Es el tercer y último spaghetti western que dirigiera Sergio
Sollima y es el menos interesante, pero aun así es entretenido. Es el más
ligero de todos su western, tiene mucho de comedia, lo que le quita cierta emoción
como western. Tiene a Tomas Milian otra vez como Cuchillo, pero sin su buena
mítica. Lo acompaña Donald O'Brien como Cassidy, un pistolero que quiere
primero dinero y luego se vuelve idealista, sin mucha mediación argumental y
poca distinción, aunque como fue sheriff dirán que de ahí le viene el asunto.
El filme tiene a medio mundo tras una gran cantidad de
dinero escondido para usarlo para la revolución mexicana, pero todos lo quieren
para su ambición personal. Cuchillo tiene un especie de mapa, la ubicación, y por ello lo
persiguen, hasta la que pretende ser su mujer bajo la ley, la celosa Dolores (Chelo
Alonso), que quiere que se case con ella y deje de andar en aventuras de
bandoleros, que se vuelva sedentario. La tentación llega con la bella Penny Bannington (Linda
Veras), miembro del ejército de salvación. Las mujeres llegaran a cogerse de
los pelos peleándose por Cuchillo.
Dos mercenarios franceses que representan al gobierno –a los
malos- mueven gente contra Cuchillo, de esto salen combates. Todo el mundo
grita corre Cuchillo, corre, y le ponen música, esto tiene su adrenalina y
encanto, pero no es mucho. Todo está muy bien articulado como western, de
manera muy sencilla, pero es poco aporte. Como pasatiempo es competente, aunque
de trascendente spaghetti western está en casi nada, pero no obstante tiene la
inteligencia de Sollima para el spaghetti western y es mejor que muchos de
todas maneras.