Esta película gustó mucho durante su exhibición el 2011, y
hasta la llegaron a nombrar la mejor del año; claro, exhibida fuera de las
salas comerciales, como una obra del movimiento de cine independiente peruano o
que también se le puede llamar de nuevo cine peruano, siendo la presente una de las
obras capitales de esta “movida” o nuevos tiempos, con películas y autores que
simplemente trataban de hacerse de un hueco y siguen haciéndolo.
El filme de Fernando Montenegro nos cuenta como una pareja
de ladrones, Denise (Claudia Burga) y Chris (el mismo Fernando Montenegro)
planean un robo y deben buscar formar una banda, de 4 es más fácil, dice el
sagaz Chris, que con una
máscara de carnaval se perpetra de justiciero, criminal y antihéroe (ella igual). Le roba a otros criminales, o planea asaltar la empresa de Coco, otra
lacra, que yace en el estereotipo de un tipo de criollo con plata (heredada, de
una pequeña empresa familiar), un tipo aprovechado, abusivo, inmoral y avispado, aunque dentro
de un aire gracioso, que evita que le caiga todo el rigor hacia su persona, aunque
lógicamente bajo cero empatía, quien luce como la imagen común del profesor de
computación de instituto. Se aprecia que lo que en realidad es Chris es un
hampón, con un estilo a cuestas, con pinta de seductor popular, mediando unos
diálogos dichos con aplomo, soltura y personalidad, pero también con una buena
cuota de mal gusto, y nada se le objeta porque el mundo en el que se mueven es el
underground de un noir nacional.
Sobresale en la realización un manejo creativo de los personajes, sin estar demasiado decorados o ser especialmente originales,
póngase en ese lugar en particular a Coco que es un sujeto sucio, lleno de una
sexualidad vulgar, incómoda, bajo una fijación y estado de alerta, de quien se
quiere aprovechar de sus empleadas, manteniendo y maltratando además a una
prostituta que tiene cuerpo de vedette. Coco resulta perturbador e hilarante dependiendo
el gusto y el momento. Es un buen antagonista, en un filme donde nadie se
salva de la corrupción. No obstante, la pieza central del relato es una mujer,
Denise, que con su amour fou por Chris lo sigue a todas partes, perdiendo la
consciencia en una nueva versión de Bonnie y Clyde (1967), con un
sadomasoquismo como reemplazo de la impotencia; o como un Pierrot, el loco (1965), en rebelión al frustrante mandato de ser común, de estar encasillado a una vida sin espectáculo. Pero también se debe al propio espíritu, el de las carencias
de la infancia y el instinto de posesión, a los sueños, en el precoz
robo naif de un borrador del colegio, expuesto en algún monólogo en que ella
parece sufrir su propia personalidad y destino, su mala suerte, lo inevitable,
su propio código de vida, su eterna sobrevivencia en una Lima marginal y otra
indiferente, tal cual al cine independiente nacional poéticamente no le queda
otra salida.
Tampoco hay que dejar de lado que Denise es un personaje
extremo, idéntico a lo que muestra por
otras partes el filme, una cara desagradable, bruta y realista de la
delincuencia, aun habiendo un aire fantástico, de ficción y aventura criminal, como
aguante, dentro de una estética precaria, poco diáfana, poco pulida, amateur,
en medio de una pantalla no muy definida, y unos efectos de color que van de
acuerdo a lo lumpen, tal cual las locaciones y los lugares exhibidos, bastante
humildes, apenas lo justo, haciendo falta una mayor y mejor decoración. Recurre al
uso de identidad de un espejo retrovisor agrandado, como catarsis, pero que luce como de efecto barato, y en general el filme vive de una estética
harto austera, mínima y de un tecnicismo marginal, tratando a su vez de
jugar con la ilustración del cómic o la novela gráfica, compartiendo
coincidencias con la más de a pie Diamond Flash (2011), o la notoria Sin City
(2005), tal es el uso de los grises y negros dominantes, y el color rompiendo el
orden establecido, rojo en especial, lógicamente, como señala el título y ese
calendario goteando sangre el día que inspira los robos, a los que
ésta frenética pareja se sumergen imantados a la acción, enarbolando pasión y perpetua
traición, tras la que finalmente Denise se muestra como una femme fatale, en un mundo
de criminales, solitarios y perdedores, donde el dinero no alcanza para
todos y sólo cuenta salvar el pellejo, y el verdadero amor no perdona las
amantes.