Una película de infidelidades, producto del abandono sentimental
del hombre del hogar, interpretado por Stanislas Merhar como Pierre, y de su
forma de ser machista, creyendo que el hombre puede ser infiel, sin mayores
justificaciones que la despreocupación, no medir consecuencias, el daño
emocional en la relación o destruirla; y el supuesto indetenible libido
masculino, con el cliché de que uno es así y punto, así es la vida, pero cuando
su esposa, Manon (Clotilde Courau) también tiene a otro y encima no es un mal
tipo, el mundo se le cae encima, no puede soportarlo, ella prácticamente es una
puta para él, cuando nos dice que la creía una mujer distinta a las demás. Y aunque
Manon inmediatamente termina con su affair cuando éste se lo pide, surge la
desconfianza continua de Pierre, la vigilancia, revisar todas sus pertenencias,
sus conversaciones casuales, incluso dice –un golpe bajo y audaz de Garrel- mirar
cómo se comporta con los hombres, los amigos, y empieza a ofenderla y agredirla
psicológicamente todo el tiempo.
El cineasta francés Philippe Garrel se hace de lugares
comunes, de una historia que conocemos bastante bien, y se distingue levemente,
con sabiduría cotidiana (observando que por su longeva filmografía, una que se
prolonga desde fines de los 60s, puede catalogársele de experto en relaciones de
pareja, que para quienes aman las variaciones del amor, como el distintivo Hong
Sang-soo, éste es su director), con su propio retrato, cargado de sensibilidad,
realidad y de crítica, sobre todo contra Pierre –como con la voz en off, que le
pertenece a su hijo Louis Garrel, protagonista de varias de sus
películas-. En el típico filme de Garrel, en blanco y negro, como atemporal, un
lugar de toda época moderna. En un digno sucesor de la nouvelle vague.
En el día Manon ayuda a Pierre, que es documentalista (ella
también, pero es relegada a un segundo lugar, espacio simbólico general del
machismo, y el comportamiento superficial con las mujeres, que reina en Pierre,
un protagonista poco romántico, cuando Garrel suele contener roles masculinos
poéticos); aunque no muy talentoso, habiendo un cierto espíritu de vagancia en
su persona. Ellos trabajan con el tema de la resistencia francesa durante la
segunda guerra mundial, y en ese lugar se emparenta la existencia falsa, como
el heroísmo de un mujeriego.
El paso a paso sigue la falta de atención, el escape, el resentimiento,
el conflicto. El panorama es bastante claro, aunque son compañeros de trabajo y
se dice que no suelen discutir. Manon le pide salir con ella por las noches, y
él burdamente siempre se niega, su mujer sale, y entonces Pierre usa ese tiempo
para buscar a su amante, de la que yace hipnotizado de su cuerpo, como se
expresa en diálogos, o sea, no la ama en absoluto, es solo algo sexual, de lo
que la amante es reducida a muy poco, medio consciente de su condición, cuando
ella lo ama profundamente creyendo en el sacrificio. Agregando que la amante, Elisabeth
(la debutante Lena Paugam), siente celos y envidia de que Manon sea la esposa, aunque
la considera bella y no quiere hacerle ningún mal en realidad, pero esta
sub-trama del sentir humano y en parte contradictorio en la figura de Elisabeth
desaparece tal cual su esencia, cuando los reflectores están en el matrimonio
de Pierre y Manon y el tiempo, los protagonistas que remiten a todos nosotros.