El filme animado de Sam Liu, que adapta el legendario cómic
que escribiera Alan Moore en 1988, parece estar dividido en dos. La primera parte
que dura unos 30 minutos nos enseña la interrelación de Batman y Batgirl, en
una relación amorosa -más allá del deber y el nexo de maestro y pupilo- que
luce como la de un hombre mayor hecho y derecho y una jovencita en desarrollo,
para ello Batman nunca rompe su seriedad, gravedad y estado parco, no habla mucho
y rehúye el flirteo, mientras ella se comporta como una chiquilla fuerte pero no
sabiendo lidiar con sus sentimientos, que bien ejemplifica la idea símbolo del
profesor de yoga.
No hay que obviar que esta primera parte tiene buenas
escenas de acción que generan un equilibrio de géneros, o maneja un cierto yin
yang, con un joven gángster entre Tony Montana y otro especie de Joker por
enemigo, que juega en medio de la delincuencia al pretendiente duro con Batgirl,
al chico malo que la niña correcta no puede evitar, pero, claro, esto es propio
de la perversidad y la locura del joven hampón llamado curiosamente Paris Franz.
Es la historia típica de aquellas conversaciones en la biblioteca de
Bárbara con su mejor amigo, de Batgirl, no de Batman. Se le emparenta a ella
con cualquier fémina de aire adolescente con conflicto afectivo. Es un filme lleno
de tipos de affaires, más allá de su doble vida de enmascarada y su efectividad
en combate como superhéroe, capaz de derribar al mismo Batman.
La segunda parte utiliza a Bárbara Gordon nuevamente,
sirviendo todo el previo metraje para darle consistencia humana a un personaje
que será un poderoso aliciente que acecha dibujando la perdición, creándose una
nueva y propia historia, en buena parte independiente de lo anterior, salvando
la idea del gran riesgo que puede caer en nuestra concepción ante una entrega
devota a la lucha contra el crimen y la maldad. Comienza con saber que el
Joker anda suelto y busca demostrar un punto, el cual es el reto que enfrenta
Batman y el Comisionado Gordon, donde el señalamiento del Joker tiene de
verdad, aunque se desmienta en la diferencia entre el bien y el mal, tratándose
de lo mismo pero manejado de forma personal. En el trayecto vemos el pasado del
Joker, que es algo estupendo, viendo que siempre es interesante saber de los
personajes apreciados (personalmente, me encanta el Joker, como a muchos).
Lo que le reprocharía al filme y a ésta parte es que Batman
surge como un tipo frío, demasiado neuronal y ligero, y le falta esa emotividad
que suele tener todo ser humano (curioso porque en la primera parte hay mucho
de esto y de aire adolescente), en donde el final suena muy consolador dentro
de una narrativa chocante en una broma, y Batman es sangre, un sujeto pasional,
por algo la muerte de sus padres lo definen. Más se acerca a la realidad
hacerlo un tipo oscuro. Fuera de que la animación esté en el mundo de los
adultos, se percibe que no se quiere perder su cercanía con una tradición más pura e
inocente de espectador. Por todo se humaniza al Joker, un tipo cruel y violento
en el presente, cuando Batman busca entenderlo, y conseguir una paz consigo
mismo recurriendo a mantener la disciplina, cansado de enfrentar a un
desconocido como llama a su peor rival. No obstante, ¿Batman sabe todo lo que
vemos del pasado del Joker?, es más, ¿resulta suficiente para detenerse, y
encima hacer un mea culpa?