Es un documental algo especial, plantea hacer performances,
poner a actuar a veteranos de la guerra de las Malvinas, o la guerra de las
islas Falklands, según como la conocen a cada lado del conflicto. La directora argentina
Lola Arias como actriz, performer y directora teatral hace que veteranos
argentinos e ingleses actúen para ella haciendo una película a ratos
extravagante, pero que ausculta los sentimientos de haber participado en ésta
guerra. Los veteranos se manifiestan desde el lado humano, e igualmente exponen
sus buenos argumentos y cada lado siente que tenía la razón, se habla de
colonialismo británico y de la sucesión del colonialismo español, de la
ocupación armada británica de 1833 o del primer ataque –por Argentina- por la
recuperación de las islas, también del plebiscito.
Más allá de argumentaciones personales y una fuerte carga
emocional unida no sólo a nuestra sensibilidad general, también a su país, se
ve camaradería entre ingleses y argentinos, se prestan para el juego que busca
la película. Hay muchos ratos graciosos y otros irreverentes, muy propios de la
labor artística de las perfomances. Se ve como hay una elección de cierta gente
excéntrica o predispuesta a mostrar un lado infantil. Éstas performances llevan
una carga de seriedad y otra hasta de la que se le escapa de las manos,
chacotera, con adultos envueltos en una temática sí, pero también prestos a
cierta espontaneidad desbocada.
Tenemos a un nepalí, un voluntario militar al servicio
británico, que enseña un ataque con cuchillos en una puesta en escena con un
perro interrumpiendo la demostración. Éste hombre ya mayor muestra un desgaste
y sus exhibiciones son muy precarias, pero tiene un espíritu fuerte y empático
que se gana al espectador. Un veterano argentino en buen estado físico cuenta
su cercanía con la natación en un acto de liberación existencial, lo vemos como
señala el título del filme actuar como en un teatro y recrear su momento de
epifanía. Un inglés conocido por haber llorado una experiencia de guerra en un
popular documental revela una y otra vez que es llevar ese peso encima –el de
la muerte- e incluye el de la notoriedad.
El documental se presta a trasmitir un legado, una memoria,
le enseña literalmente a los niños lo que fue aquella experiencia como
psicología, también le pasa la antorcha a la nueva generación de aspirantes
militares. El filme tiene un lado bélico marcado que es mostrado a ratos más
como curiosidad que como algo profundo. Son un montón de momentos llamativos,
fuera de lo común, pero expuestos con suma sencillez y austeridad. También
aparecen en escenarios básicos, como un set de televisión. Se percibe la
intención de querer abarcar lo íntimo, hasta lo más mínimo, como cuando se
revelan pensamientos personales sobre razones y manejos para hacer éste
documental.
Una banda de música de rock formada con todos los veteranos presentes
promueve el espectáculo o llámese la unidad; el dolor de la mala vida por
trauma asoma a ratos a la vez que el orgullo y la identidad con lo militar per
se; un tipo se desnuda como si estuviera en una fiesta alcoholizado; alguien
enseña defensa personal. Se intenta dar a entender que somos ante todo seres
humanos y no nacionalidades, un cúmulo de emociones y locuras, como lo es la
misma guerra. Puede sentirse como que va a saltar la fricción entre argumentos,
porque muchos lo tienen muy claro y no parecen querer dar su brazo a torcer, pero
prima y brilla cierto primitivismo amical, la simpatía y la ocurrencia. También
un legado de humanidad.