miércoles, 18 de abril de 2018

Teatro de guerra


Es un documental algo especial, plantea hacer performances, poner a actuar a veteranos de la guerra de las Malvinas, o la guerra de las islas Falklands, según como la conocen a cada lado del conflicto. La directora argentina Lola Arias como actriz, performer y directora teatral hace que veteranos argentinos e ingleses actúen para ella haciendo una película a ratos extravagante, pero que ausculta los sentimientos de haber participado en ésta guerra. Los veteranos se manifiestan desde el lado humano, e igualmente exponen sus buenos argumentos y cada lado siente que tenía la razón, se habla de colonialismo británico y de la sucesión del colonialismo español, de la ocupación armada británica de 1833 o del primer ataque –por Argentina- por la recuperación de las islas, también del plebiscito.

Más allá de argumentaciones personales y una fuerte carga emocional unida no sólo a nuestra sensibilidad general, también a su país, se ve camaradería entre ingleses y argentinos, se prestan para el juego que busca la película. Hay muchos ratos graciosos y otros irreverentes, muy propios de la labor artística de las perfomances. Se ve como hay una elección de cierta gente excéntrica o predispuesta a mostrar un lado infantil. Éstas performances llevan una carga de seriedad y otra hasta de la que se le escapa de las manos, chacotera, con adultos envueltos en una temática sí, pero también prestos a cierta espontaneidad desbocada.

Tenemos a un nepalí, un voluntario militar al servicio británico, que enseña un ataque con cuchillos en una puesta en escena con un perro interrumpiendo la demostración. Éste hombre ya mayor muestra un desgaste y sus exhibiciones son muy precarias, pero tiene un espíritu fuerte y empático que se gana al espectador. Un veterano argentino en buen estado físico cuenta su cercanía con la natación en un acto de liberación existencial, lo vemos como señala el título del filme actuar como en un teatro y recrear su momento de epifanía. Un inglés conocido por haber llorado una experiencia de guerra en un popular documental revela una y otra vez que es llevar ese peso encima –el de la muerte- e incluye el de la notoriedad.

El documental se presta a trasmitir un legado, una memoria, le enseña literalmente a los niños lo que fue aquella experiencia como psicología, también le pasa la antorcha a la nueva generación de aspirantes militares. El filme tiene un lado bélico marcado que es mostrado a ratos más como curiosidad que como algo profundo. Son un montón de momentos llamativos, fuera de lo común, pero expuestos con suma sencillez y austeridad. También aparecen en escenarios básicos, como un set de televisión. Se percibe la intención de querer abarcar lo íntimo, hasta lo más mínimo, como cuando se revelan pensamientos personales sobre razones y manejos para hacer éste documental.

Una banda de música de rock formada con todos los veteranos presentes promueve el espectáculo o llámese la unidad; el dolor de la mala vida por trauma asoma a ratos a la vez que el orgullo y la identidad con lo militar per se; un tipo se desnuda como si estuviera en una fiesta alcoholizado; alguien enseña defensa personal. Se intenta dar a entender que somos ante todo seres humanos y no nacionalidades, un cúmulo de emociones y locuras, como lo es la misma guerra. Puede sentirse como que va a saltar la fricción entre argumentos, porque muchos lo tienen muy claro y no parecen querer dar su brazo a torcer, pero prima y brilla cierto primitivismo amical, la simpatía y la ocurrencia. También un legado de humanidad.