Steven Spielberg es un gran nombre del entretenimiento y el
cine en pantalla grande, así que casi cualquier cosa que se le ocurra hacer por
ser él será motivo para que asista a ver lo que ha hecho, y lo que ha hecho es
un cine familiar y juvenil. Ha puesto de escenario un mundo virtual llamado el
Oasis, creado por un hombre amante de la cultura popular americana, como el
mismo Spielberg, llamado James Halliday (Mark Rylance).
El filme es un juego virtual, es estar inmerso en un videojuego
lleno de referencias pop, de la música, el cine, la literatura, el cómic, el
anime, los mismos videojuegos o la televisión. Hay pasajes muy logrados como el
que utiliza de base El Resplandor (1980). El héroe virtual se hace llamar Parzival
(Tye Sheridan), tiene una vida conflictiva y humilde en la realidad, y se
escapa en el mundo virtual, aunque en él hay una pasión por el mundo de
Halliday. Parzival es un personaje propio de su edad, alguien poco meditativo,
aunque no sea ningún chico rebelde ni frustrado, es como cualquier muchacho, lleno
de alegría y vida, y de superficialidad. A él por el tipo de personalidad y el manejo
de su conducta le queda perfecto el mensaje final de Halliday, que busque
despegarse del mundo virtual y ame la realidad, a pesar de que suena algo
contradictorio, porque la vida de Parzival no es muy amable.
La parte real parece ser un mundo
post-apocalíptico, tener el planeta destruido, como si refugiarse en lo virtual
fuera una salida necesaria para poder tener una mejor vida. Pero luego esto
queda desmentido, y se ve más bien que la gente está ciega por jugar,
simplemente buscan el placer virtual, cosa que luego se descubre no hizo feliz al inventor en cuanto a su propia vida, que fue un hombre solitario y fracasado social que finalmente
había desperdiciado su vida en lo virtual, y que debió de aprovechar más el
mundo tal cual, como salir a bailar y ser menos nerd. Parzival y sus amigos son chiquillos, y se aplican a éste
mensaje, de que deberían jugar en el mundo real, que es más valioso que el
virtual nos dice el filme.
El filme es puro entretenimiento, a eso se aboca, sólo difiere
en donde debemos andar más, es el llamado de lo natural, del pasado, de la
tradición. Al final Hallyday agradecerá a quienes jugaron su juego, implicando
humildad y melancolía, se irá tipo perro triste, mismo final de Big (1988), dejando
entrever que su mundo virtual tampoco es tan malo, pero no representa la
verdadera felicidad. Hallyday a pesar de la edad –no luce físicamente natural- es
como un muchacho más, un tipo común, y no el semidiós que se ha ganado ser con
su creación. Visualmente es un filme impresionante, hay tantas referencias en
pantalla que hasta abruma, aunque hay semejante abundancia que pierde cierta
estética y toma una presencia kitsch. Además no todos los avatares por computadora
lucen cautivantes.
La trama consiste en que una vez muerto Hallyday deja un
juego donde los participantes –apunta a toda edad, pero en adultos con pelo en
pecho se luce un poco ridículo- deben hallar tres llaves, tras tres acertijos
mediante un juego de acción, donde entra a tallar un mundo más que de sci-fi del
género de fantasía. El que encuentre las tres llaves ganará el premio mayor que
es la fortuna de Hallyday con la que se podrá acceder al control del Oasis, en
que los retos implican el significado de la felicidad.
Entra a tallar también que éste lugar virtual que aman todos
jugar es una empresa, de lo que queda flotando en el aire que uno debe recurrir
a la esencia, a lo básico, en una clara crítica al futuro, a la tecnología y al
propio entretenimiento. Como también es una película de aventura no faltan los
villanos gestores de acción, guiados por Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn) y su
tropa de mercenarios virtuales salidos de lo casual. Sorrento ambiciona el
Oasis, pero lo ve sólo como un negocio, no ama ni conoce demasiado lo pop –es un
frío y monetario empresario-, por ende se entiende que tampoco ama a la gente. Es
gracioso ver que Sorrento era el que servía los cafés como practicante en la
empresa de Hallyday.
En un mundo que ama las referencias Ready Player One (2018)
tiene las fichas ganadoras, desde una carrera de vehículos que incluye la moto
de Tron (1982), el DeLorean de la trilogía de Volver al futuro, el auto de la
película de terror Christine (1983), la camioneta de la serie de tv The A-Team,
el batimóvil de la serie de los 60s y la moto de Akira (1988) en medio de la
persecución de un T. Rex de Jurassic Park (1993) y de King Kong, hasta El
gigante de hierro (1999) despidiéndose a lo Terminator 2 (1991) o un Goro (Mortal
Kombat) explotándole el pecho por un xenomorfo pequeño, como en Alien (1979).