El título es un juego de pequeña audacia creativa que muy
bien ejemplifica, simplifica y define qué es lo que veremos. Una luna del
planeta Jupiter lleva el nombre de Europa, y es un llamado de humanidad a éste
continente, vemos cómo el continente trata a los refugiados, además el espacio
está asociado a la ciencia ficción, género del filme.
La película del húngaro Kornél Mundruczó es una muy
sensorial, el inicio con los refugiados huyendo de la policía, entrando por la
frontera a Hungría, es híper realista, podemos percibir muy cerca nuestro esos
charcos de barro que pisan, ese río y hierba frondosa que cruzan. También el
lado humano está desde el comienzo. Otro momento similar y una escena
espectacular es una persecución en auto en cámara subjetiva en una sola toma,
parece que el espectador estuviera jugando un juego de video.
Los momentos en que el protagonista, un refugiado sirio, Aryan
Dashni (Zsombor Jéger), hace uso de un poder sobrenatural –levitar- que le ha
venido intempestivamente tras una injustificada balacera, un acto criminal, de
un policía corrupto (György Cserhalmi), son también muy sensoriales, ayudados
por la cámara, como cuando ésta gira al deshacerse Aryan de un supremacista blanco,
engrandeciendo el desorden y el poder que siente el personaje atacado.
El otro protagonista es el doctor Gabor Stern (Merab Ninidze),
un doctor corrupto que lucra con la libertad de los inmigrantes árabes, pero
que está en busca de la redención cristiana, es un hombre predispuesto a la fe,
pero antes su naturaleza hacia el dinero hace que quiera lucrar con Aryan, proponiéndolo
como un ángel, un ser milagroso, con tan sólo que lo observen levitar –con lo
que llega a proponer paz-. Todo puede leerse porque Gabor tuvo una mala práctica
profesional y no ha obtenido el perdón. Pero es con Aryan que Gabor se sentirá
como un padre y cambiará, aparte de su predisposición religiosa, la que yace en
toda la película en todo el mundo, como cuando en la calle llegan a ver muchos
levitar a Aryan.
Se trata de cine fantástico, pero con un mensaje sociopolítico
en que vemos el señalamiento critico que el sistema maltrata a los refugiados,
a través de una película de entretenimiento, también un thriller, donde hay
grandes escenas de acción. Hay un maltrato señalado incluso de trato común,
como en el restaurante, aunque también se percibe un rechazo justificado con el
miedo al extremismo árabe, visto en el filme en el ataque terrorista al subterráneo.
Pero generalizan, se pierde un lado humano, que es un eje del filme, como los
valores religiosos.
No se puede huir de las heridas de la historia, dice Gabor en
un momento de inspiración, lo que se entiende como un llamado de consciencia, en
el personaje es a razón de la culpa que carga por su mala práctica. El filme
del director húngaro tiene una estructura narrativa no del todo convencional,
aunque no sea abundante, pero se percibe en algunos momentos arduos de seguir,
algo más arbitrarios, más elípticos. El reencuentro de Aryan es uno de ellos. Es
un filme de entretenimiento, pero un filme que no esconde su mensaje social,
cuando mucho cine de género lo tiene como subtexto. Que un refugiado sirio
pueda levitar aparte del entretenimiento que articula, de la libertad del cine,
tiene una lógica humanista, en el manejo que empuja a creer en lo místico y con
ello en ser una mejor humanidad.