sábado, 28 de abril de 2018

You Were Never Really Here


Joaquin Phoenix es Joe, un tipo que rescata gente secuestrada, especialmente niñas, que suelen ser raptadas para prostituirlas. En el trayecto infringe violencia, suele hacer uso de un martillo. Joe es un veterano de guerra y un hombre con muchos traumas, incluso de su infancia, por lo que Joe suele ser muy proclive al suicidio, lo anhela en cierta forma, pero a último minuto suele escapar de éste deseo. Se suele asfixiar con bolsas. Tiene sueños donde visualizamos de manera salvaje su anhelo suicida.

El filme de Lynne Ramsay es una cinta de acción, pero donde los actos violentos llevan una estética, mucha arte, yacen en composiciones generalmente finales, no vemos en sí la acción, solo una parte muy pequeña. Phoenix no necesita de vistosas coreografías de pelea, todo está acomodado como cine arte, al punto que momentos de acción que por lo general deberían ser intensos, pero simples, son algo ambiguos y hasta algo difíciles de descifrar.

La película es emocionante aun cuando no tiene coreografías de combate arduas en movimientos, tiene un toque muy cool, una buena banda sonora, una expresividad de tipo hip hop, como de gente salida de abajo. Phoenix muestra un lado inmaduro y juguetón en su personaje, que parece propio de historia de sobrevivencia económica, de película social británica. Hay un lado riesgoso y resbaladizo en ello porque puede desvirtuar la contundencia de la fuerza del protagonista. Pero al fin y al cabo es una humanización, esquiva estereotipos. Finalmente el personaje hace honor a la acción que promete el filme.

Entre la inmadurez, el sufrimiento existencial y la brutalidad tenemos a un personaje interesante, matizado digamos, con sus pros y contras, para bien y para mal. El filme se ampara en la soledad, a pesar de que uno pueda estar acompañado –Joe vive con su madre (Judith Roberts)-, una soledad psicológica más que literal, una especie de depresión. La adolescente (Ekaterina Samsonov) hija de un senador que debe rescatar Joe es parecida a él, comparten un mundo de trauma, depresión, divague, escapismo, soledad.  

Ésta propuesta no escatima violencia visual, pero yace como si estuviera congelada, es decir en estado final, como conclusión, por lo general crímenes, son cuadros poderosos de absorber. No es un filme para gente sensible. Lo cool incluye humanidad pero no sentimentalismos (Lynne muestra carácter), más es juego que afectos, más es dolor que cualquier otra cosa.  

Del filme se podría decir que es minimalista, tiene una trama escueta, pero visceral y con énfasis en la puesta en escena. Es un filme sencillo, casi se diría que no existe una verdadera trama. No obstante tampoco apunta a los juegos pirotécnicos de la acción, a las peleas grandilocuentes, sino como a composiciones de pinturas, fotogramas artísticos. Es notoriamente un filme hecho por alguien propio del cine arte y no del mundo de la acción. Pero es un filme entretenido, masivamente atractivo.

En la primera parte del filme no vemos al mejor Joaquin Phoenix ni al mejor Joe, pero en la segunda parte cuando todo el mundo empieza a aparecer muerto, la expresividad del sufrimiento y cierta locura de Joe toman vuelo y el gran Joaquin Phoenix justifica haber ganado el premio de mejor actor en el festival de Cannes 2017. Hay muchos pequeños flashbacks, escenas de tortura mental, un pasado que refleja una cierta insania, sobreexplotado, y donde se halla la argumentación del filme, el resto es simple.

Joe no experimenta un espíritu típico del cine de acción, un espíritu de venganza furioso e indetenible pero justificado y a último minuto noble, sino luce medio autómata, como quien yace cansando de actuar que hasta lamenta las muertes -de pedófilos y asesinos fríos- y su justificación de hacerles daño, incluso se compadece de sus enemigos, sufre también por ellos, hasta ahí llega su agotamiento existencial y una emotividad algo lastimera (más claro no puede ser cuando se sumerge con piedras en el río). Pero aun así el filme permite no tomarse tan en serio, respirando cierta inmadurez más que atrevimiento (que Lynne lo tiene), no deja de ser entretenimiento y también de estar buscando esquivar lo plano, el vacío.