sábado, 21 de abril de 2018

The Seen and Unseen (Sekala Niskala)


Tantri es una niña muy unida a su hermano gemelo, Tantra, quien enferma y toda su familia se prepara para lo inminente. Es el sufrimiento y como enfrentan la situación la que plasma con originalidad la directora indonesia Kamila Andini. El filme recurre a la filosofía y espiritualidad de Bali, de manos de Tantri, una niña de 10 años. En el filme hay momentos que pueden leerse como sueños pero se entienden coherentes dentro de la realidad, a pesar de que tiene un toque visual creativo. Hay mucha simbología también, como el sentir de colectividad en el dolor con unos niños siguiendo la meditación de Tantri, con coreografías de identificación y repetición. El filme tiene muchas puestas en escena bastante elogiables, desde unas sencillas con esperar afuera de la habitación del hermano enfermo o bañarse junto a su madre hasta aquellas caminatas nocturnas por la hierba o esas miradas melancólicas a través de la ventana.

Hay una fuerte vigía en la niña. La enfermedad y la sombra de la muerte está por todas partes, aunque también hay momentos de luz donde Tantra participa, no solo es un eje de observación, como cuando el niño hace uso del Wayang kulit, el teatro tradicional nacional de sombras de marionetas, en el cuarto de hospital. Hay mucho folclore en el filme, expuesto con suma naturalidad. En un momento la enfermedad se siente ser la luna llena que es cubierta por las nubes, más tarde Tantri le baila a la luna. En los mejores momentos del filme vemos a Tantri hallar inspiración en su entorno, como cuando aprecia una pelea de gallos o pasea por la playa entre los monos. Surgen disfraces artesanales sencillos, pero distintivos e ingeniosos, y unas danzas que tienen una suave mística, una belleza creativa de ver y una pizca inasible.

El filme recurre a una originalidad que le funciona, aunque se siente algo distante con la trascendencia que pudiera invocar. Pero el filme luce muy imaginativo en la habilidad para retratar el dolor y la preocupación de poder perder a alguien tan importante en nuestras vidas. Recurre también a lo directo, como el llanto, pero es cuando lo vemos a través de distintos ritos que entusiasma. Romper un huevo en la mano toma un sentir de sufrimiento, como simplemente comerlo o abandonar el plato, es curioso ver los cambios que atraviesa uno por el comer. El filme está organizado alrededor de su propia identidad, como de la música, el canto reflexivo, los instrumentos (y el no poder tocarlos), comer con la mano o el arroz en hojas, o los distintos rezos e invocaciones. El filme no tiene muchos diálogos, son más composiciones que actuaciones dramáticas. Trasmite desde lo esencial, a pesar de su curiosidad, y aunque le da al mismo tema una y otra vez jamás llega a agotar.