Un guardia de vigilancia de un edificio en construcción de
un lugar apartado pasa por varios misterios, todos muy ricos en curiosidad por
saber a qué se debe cada situación. En el edificio se ha hallado un muerto en
una camioneta y la policía pide declaraciones a los 2 guardias del día, uno del
turno de la mañana y otro de la noche. Nuestro guardia de vigilancia y
protagonista, Salvador (Leonardo Alonso), es un tipo muy sencillo y está en
situaciones que parecen muy complejas de descifrar. El guion y la dirección del
mexicano Diego Ros dan gran juego a quebrarnos la cabeza con pocos elementos,
genera mucha imaginación.
La elipsis del dinero juega un papel trascendental en el misterio
y el suspenso, tanto como elementos imaginativos como el poder, los negocios
turbios, los engranajes del noir. Hay una maqueta con la que el vigilante
medita cogiendo la figura de plástico de un guardián, una pequeña pieza solitaria
en un mundo enorme, complicado, como la llegada del vigilante al trabajo en la
apertura del filme.
Pero aunque Diego Ros pudo dar respuestas más nubladas, más
ambiguas, como para dejar pensando por las soluciones al público, y se ve que cabía
tranquilamente la posibilidad, porque previamente explica las situaciones de
forma muy tenue, al final opta por dar las respuestas con diafanidad, y no por
ello deja de ser una buena película, bien urdida y resuelta, sobre todo porque
las respuestas llegan al último minuto, lógicamente, cuando ya hemos disfrutado
bastante pensando e imaginando mil situaciones.
Las respuestas son muy sencillas, pero lo que las precede es
poderoso. Todo es sospechoso, entre los vigilantes hay una interactuación muy
jugosa. Hugo (Ari Gallegos), el otro vigilante, es muy frontal, dice que no con
facilidad y le da la contra con firmeza a Salvador, que es un tipo más dócil,
también porque en la noche de los misterios Salvador tiene una cita importante y
quiere irse lo más pronto posible, pero el deber y la continua novedad lo
mantiene atado.
La propuesta de Diego Ros tiene varios momentos de sorpresa,
ingeniosos, también su flujo de miedo cuando se revela un asesino y quien ve el
peligro con claridad debe pensar rápido durante ese momento. Hay pocos
personajes pero cada uno brinda algo especial al conjunto, hay personajes que
sueltan respuestas/soluciones al vuelo, unas fáciles de coger, otras pueden
pasar desapercibidas. También hay acciones que se conjugan, hacen click.
El filme es muy bueno manejando sus situaciones de misterio.
Es un filme que opta por ser más humilde de lo que en principio parece, pero es
notable en cada manejo. Cuando conozcamos más a Salvador formaremos ideas sobre
él y seguramente pensemos en la alienación que produce la sociedad, no sólo la
mexicana. Salvador es también un enigma en el juego de las figuras. Salvador es
un típico mexicano.
La trama tiene algunos giros, piensas algo, lo meditas un
rato, luego el filme te lo aclara sin dificultades, es una obra que opta por dirigirse
a un público sencillo, pero aun así no da nada barato ni vulgar, sino aplica su
ingenio a crear un cine amable pero valioso. Hay muchas mentiras en el ambiente,
mucha hipocresía, todo lo que colinda con la muerte, con el crimen, algunas son
mentiras chiquitas, actos corruptos mínimos, pero dan para imaginar muchísimo. Es
un filme que no decepciona, pero que es pequeño. También una notable ópera
prima.