The voices (2014), una película en solitario de la cineasta franco
iraní Marjane Satrapi, la directora de Persépolis
(2007), nos habla de Jerry (Ryan Reynolds), un tipo solitario que tiene problemas
mentales, y que al sentirse sólo deja de tomar la medicina y se vuelve un
peligro para la sociedad, para cualquiera. En su locura oye hablar a su gato y
a su perro, la maldad y la bondad respectivamente, o el sarcasmo y la ñoñería
igualmente. Dejar la medicina permite escucharlos. Cuando Jerry yace
abiertamente en la locura hay como un mundo mágico a su alrededor, embellecido,
por más contradictorio que suene. En cambio cuando está cuerdo ve lo horrible
del mundo, se deprime por su soledad, como el caso en que toma el medicamento y
ve que su hogar es un cuchitril pestilente por los trozos de cadáver que
guarda.
La propuesta de Satrapi tiene un problema, nada entre dos
lugares y no define muy bien ninguno, por lo que cuesta compenetrarse, uno no
sabe si reír o llorar. Jerry tiene una existencia lastimera, ha sido un niño
traumado, ha aprendido o heredado la locura de su madre, y aguantado mucho el
abuso y humillación de su padre. Cree que cuando la gente sufre, o está herida,
debe parar de sufrir, por ende, morir. Esto le viene por su madre. Ese último
deseo macabro hará que Jerry pierda la perspectiva y se vea como un monstruo,
lo que generará su primer asesinato. Esto llegará hasta las últimas
consecuencias porque Jerry no sabe enfrentar el dolor. Ryan Reynolds es un
actor muy simpático, carismático, y Jerry tiene eso, parece una persona dócil y
encantadora, pero en realidad es un peligroso asesino en serie.
El filme tiene esa combinación contradictoria, Jerry por un
lado parece buena persona, pero mata salvajemente, despedaza a sus víctimas y
luego decapitadas las guarda en el refrigerador. En un momento el perro lo pone
en claro, Jerry eres una mala persona. Pero el filme de Satrapi siempre hace
ver a Jerry amable, tranquilo, sonriente, y un tipo que destila lastima. Encima
agrega humor negro que es chocante de digerir. Matar parece algo superficial. Ser
un asesino en serie también. Parece el filme justificar a Jerry, lo cual hace
absurdo al filme.
Esta obra es curiosa y llamativa, con su mezcla central
entre humor y terror totalmente extravagante, y el tono que es toda una rareza,
porque por momentos se burla sin piedad de lo que vemos, y en otros momentos el
dramatismo, la oscuridad y seriedad está por completo en las escenas que
recordamos los traumas infantiles del protagonista. Pero el filme pudo ser
mucho más coherente escogiendo una perspectiva, pero así como está se nos
complica. ¿Cómo puedes compadecerte de Jerry si matar es cosa de juego, de banalidad,
de burla?
¿Es un asesino en serie una pobre alma que mata por traumas
y sentirse marginado? Esta empatía es muy inadmisible. Incluso hasta el final
Jerry parece un mártir del dolor, mientras sus victimas destilan comentarios irónicos
en favor suyo. En un momento el filme plantea la comedia romántica, y luego
pega el salto brutal y carnavalesco. Es un filme plagado de insania. En ese
sentido Reynolds aporta a la contradicción, por ser un tipo cómico y sarcástico.
Parece un mensaje irresponsable, superficial, aunque el cine como arte siempre
merece libertad. Puede que creer que reírnos de todo no siempre surta el efecto
esperado.
El filme como terror hubiera funcionado mejor, tiene mucho
material para ello, pero todo apunta al humor negro, tampoco Reynolds parece el
idóneo para el papel, aunque no por mal actor. Los momentos serios en esta
película que pretende ser irreverente y jocosa con algo duro desconciertan. En
un momento Jerry planea su segundo asesinato, pero la velada que tiene todo de
perversa, la lleva a donde murió, se suicidó violentamente con ayuda, su madre,
una casa tenebrosa, le toca la fibra sensible, por lo tanto -en un tono final de
humor y romance- deja el cuchillo con la que la iba a matar y descuartizar cuando
salen de la mano.