París es una fiesta - Una película en 18 olas (2017),
película del francés Sylvain George, muestra a un inmigrante guineano, un
hombre de color, viviendo en las calles de París. Aprovecha un colchón
abandonado, improvisa una cubierta y duerme a la intemperie. Cuenta el terrible
padecimiento que fue llegar por mar de África a Francia, un hombre posiblemente
murió en el trayecto, fue tirado al mar y sangraba, nos dice el guineano. Pero
no es el único viviendo como indigente en París, la cámara aguda de Sylvain
George, un cineasta comprometido con las causas sociales y políticas, captura a
muchos inmigrantes en ese estado.
En otra cara social del documental el galo filma en especial
a la juventud francesa en las protestas del 2015 y del 2016 en la misma París.
El 2015 se dan las marchas por los atentados extremistas y por el estado de
emergencia de Francia dictado por el presidente Francois Hollande. El 2016 las protestas son por el
proyecto de ley de la reforma laboral del gobierno del mismo Hollande.
También son contra el maltrato a los inmigrantes y por solidaridad
hacia los refugiados. En el filme vemos a la eterna Francia revolucionaria,
peleando por lo que creen. Hay una protesta con mensajes, arte, literatura, intelectualidad,
pero también violencia hacia los policías que actúan igualmente violentos,
represivos.
Sylvain George además de un documentalista social es un
documentalista experimental, y hace gala de una expresividad propia en ese
sentido. Vemos las manos del inmigrante guineano en fondo negro haciendo señas,
dando manotazos y golpes al aire, la clara representación del trajín por su
supervivencia, por su dignidad. También por el final el guineano se anima a cantar
música moderna africana y un rap, trasmitiendo vitalidad, fuerza, y un pequeño
desfogue. En otro momento entra la cámara como hacia el corazón de un bosque
oscuro, con cámara subjetiva, pasea entre la hierba y las plantas, se destacan unos
enormes girasoles terroríficos y finalmente el recorrido nos lleva hacia un
hombre desnudo abandonado, simbolismo de la situación de los inmigrantes y la
lucha por los derechos de todos.
Se fusionan éstas dos caras, inmigrantes trepando cercas y
durmiendo cerca de la basura, y jóvenes protestando quedándose sin zapatos en
plena lucha, entregando una flor o recitando una arenga romántica. Luego sólo la
calle solitaria siendo limpiada, y de vuelta a las revoluciones, a la necesidad
de pelear, mostrando a un París combativo, no sólo de postal.