La directora serbia Biljana Tutorov se enfoca en Dragoslava
Aleksic, una señora robusta muy aficionada a la política. Ella dice que esto es
un deber de todo ser humano, tener siempre presente a la política. Lo suyo es
muy lógico, con un país convulso como Serbia. Tutorov tiene presente 2 cosas en
su documental. Una es ver la cotidianidad de la familia de Dragoslava, que
tiene parentesco familiar con la directora. La otra es vigilar a los
gobernantes de su país, en lo que sigue el andar del primer ministro Aleksandar
Vucic hasta convertirse en presidente. Tutorov mediante Dragoslava desconfía
del cambio de Vucic, a quien señala que fue ministro de información de Slobodan
Milosevic, y no le cree que quiera movilizar al país hacia ser parte de la
Unión Europea como clama el discurso de Vucic. La repulsión de Dragoslava, una
mujer democrática y bien pensante, tanto como combativa y de obrar, no sólo
pasa por Milosevic, y por ende hacia Vucic, llega hasta la mención de Josip
Broz Tito, dictador de Yugoslavia, de corte socialista. Dragoslava es abuela,
pero es una mujer muy dinámica, de espíritu joven. En el aspecto familiar del
filme la vemos como organiza su vida diaria, como viaja con sus amigas a otros
países por diversión. Su marido es un hombre de perfil bajo, más dócil.
Dragoslava es la protagonista del documental. Ella es de hablar bastante, y
aunque sabe pasarla bien, como relajarse con sus amigas, comer sus buenos
postres o pasear en bicicleta, tiene a la política como fijación. Le habla a su
nietos de esto, en lugar de contarles cuentos les enseña de historia, de los
gobernantes y las transiciones. También trabaja en las mesas de votación vigilando
las elecciones, y hasta participa de marchas contra el gobierno. El filme
finaliza diciendo que las elecciones para presidente, donde ganó Vucic, fueron
fraudulentas, hubo muchos votos fantasmas, de lo que sale a la luz el motivo
del filme, su aversión por los malos políticos, cuando el país está dormido,
gracias también a la manipulación de los medios.