Corinne Marchand -la actriz de Cleo de 5 a 7 (1962)- es una
rubia muy bella, tiene porte y elegancia, por lo que no se ve vulgar en ningún momento,
pero Juan Antonio Bardem la hace rebelde en el lugar de manera más inteligente,
sin caer en lo barato. No solo tiene una relación de infidelidad con el doctor
a oídos de todos los chismosos sino que suele ir a bares y a lugares poblados
de hombres del pueblo y echar a bailar música moderna aplaudida por todos. No hay
bajezas en ella, pero si mucha espontaneidad, mucha comunicación con su carácter
festivo. No usa ropa atrevida, pero como es bella y alta es el centro de
atención.
La esposa de Enrique, Julia (Julia Gutiérrez Caba), es una
mujer muy tranquila, una esposa típica, obediente, silenciosa, aguantadora.
Pero despierta la atracción de un joven profesor de francés, Juan (Jean-Pierre
Cassel), que va a darle clases a su hijo, y no pierde la oportunidad de
acercarse a ella con el pretexto del mutuo aprecio por la poesía. Esto da la
idea de que ella aunque es muy formal y humilde también despierta pasiones como
cualquier mujer, aun cuando su marido es déspota y machista y la ningunea como
mujer.
En ese cuadro las relaciones se mezclan aún más cuando la
francesa conoce al profesor de francés y siente atracción por él. Ella es
coqueta y acepta andar con el doctor, pero éste está obnubilado con su belleza y
libertad, que por supuesto luego le molestará, sentirá celos. Bardem es muy
audaz y entretenido con las relaciones que fomenta, hay mucha química, carácter
y simpatía de parte de todos sus protagonistas. Se da mucha magia clásica en su
película, como la dificultad de entender los idiomas, que aporta.
El filme hace en buena parte insoportable a Enrique, que es
el típico macho egocéntrico y abusivo, mientras a su mujer la hace ver muy sana,
pero le da un diálogo donde ella se defiende bastante bien. El filme tiene un
aire aun no tan feminista –especialmente con la esposa dócil y de corazón muy
grande-, pero sí defiende la libertad femenina a un punto con la francesa, que
se explaya muy bien defendiendo su juventud, en un llamado contra los regímenes
castradores de libertades, proponiendo no liberalidad, sino algo básico, el
derecho a ser libres.
Recordemos que la francesa jamás cruza la línea de lo obsceno
o vulgar -hasta hay una escena donde al meterse un hombre y una mujer a una
habitación alquilada es momento de broma por ser tachados de sinvergüenzas-;
además el manejo de la infidelidad está tratado con delicadeza, hasta lucen
como chiquillos románticos y divertidos. En un momento efectivamente vemos a la gala como banal
y avispada, pero luego rechaza ser comprada, se nota enamoradiza e inocente.
Bardem golpea a todo el mundo, salvo a la francesa, ya que
su espontaneidad no presenta cortapisas, habladurías sí por montón, pero ella
como un huracán se ríe de todo, es a quien no le importa ésta ciudad y se va a
ir de todas maneras, los demás están amarrados de alguna forma, y sojuzgados a
sus idiosincrasias, creándose un cierto aire melancólico, suave, cuando el
filme mayormente es festivo. Bardem siente pena hasta del abusivo Enrique, que
grita como un toro. El final es hermoso, aunque está sujeto a las convenciones
del pasado. Aunque la resolución es clásica el director español apuesta por la juventud, con la
intromisión de lo francés, la libertad, el amor con pasión, la promesa y la
fuga.