La película de los artistas plásticos chilenos Joaquín
Cociña y Cristóbal León es toda una experiencia visual y narrativa. Las
imágenes que crean son creativas y libres tanto como impresionantes, estéticas
y profundas. Es la alteración de las formas, todo se transforma constantemente
dentro de una casona chilena, refugio de una niña alemana llamada María. El
filme nos da dos lecturas centrales, una trama contada como un cuento infantil
y un hecho sórdido real por detrás. El hecho sórdido es la colonia alemana
fundada en 1961 por un pederasta de larga data llamado Paul Schafer, lugar que siguió
generando idénticas denuncias, la que además fue famosa por ser centro de
torturas durante el gobierno de Pinochet.
El filme es uno de animación en stop motion, con la
particularidad de que tiene muchos momentos terroríficos, perturbadores, como
una voz en off perversa que invoca la del alemán posiblemente exnazi Paul
Schafer en defensa de su colonia, llamada colonia dignidad. Otra voz en off es
la voz de María que es más inocente y propia de un cuento para niños, pero también
inquietante por lo que deja ver debajo en una voz pegada al tipo de una maestra
de inicial.
Observamos la desintegración de figuras, cerditos con pies y
manos, un niño llenándose de cucarachas, el rostro de un pequeño sangrando
negro, montón de momentos extravagantes y originales, también imágenes extrañas
y de miedo, siempre alrededor de niños y dentro de ésta casona refugio. María
cuidaba de cerditos en la colonia y ahora tiene a dos a su cuidado en la casona
y los ha llamado Ana y Pedro y se transforman en niños. El cuento de los 3
cerditos y el lobo feroz está como base en el filme, expresado muy libremente.
No puedes salir de la casa, dicen los niños que cuida María
y suena terrorífico, cuando se han quedado sin alimentos y el lobo, que figura
a Paul Schafer, está acechante afuera pretendiéndose un ser bueno, noble. Se
siente el terror psicológico y ayuda la banda sonora. Este filme es un viaje de
terror, algo de ironía y visualmente irrefutable. Es tremenda audacia tener la
historia que lleva por debajo, el tono con el que se maneja, la narrativa de un
cuento infantil, todos ingredientes que hacen de este filme algo memorable en
latinoamérica. Recuerda al cine de Jan Svankmajer aunque
marca más el terror.