lunes, 30 de agosto de 2021

25 Festival de Lima: Noche de fuego y La Civil

 


Noche de fuego de la mexicana Tatiana Huezo y La Civil de la rumana Teodora Mihai, ambas del 2021, son dos grandes películas, cogen toda la esencia de la realidad actual de México, un país difícil, peligroso, un poco tierra de nadie con el crimen, los narcos, y también con el poder del ejército. En La Civil una madre pierde a su hija joven, la secuestran unos chiquillos criminales. Ésta madre (una inconmensurable Arcelia Ramírez) primero intenta pagar el rescate, luego como no le devuelven a su hija es de armas tomar y emprende la búsqueda por ella misma y se propone luchar contra estos criminales. Éste filme en todo momento se percibe creíble por más que la madre resulta un personaje digno de lo extraordinario. También se ampara en que a Cielo (Ramírez) la ayuda un mando militar y el ejército, que hacen maniobras paramilitares en la zona. Se ve cómo frontalmente el ejército enfrenta al crimen en sus propias reglas. El amor y el coraje de Cielo es a toda prueba, demasiado grande y poderoso, y siempre emotivo, sensible, toca fibra. Es algo que remite a la acción, pero también al drama y a los afectos más profundos. Noche de fuego también implica un amor enorme, a cuesta de sacrificar -de la misma manera- la vida por el hijo, en éste caso la hija joven que es tentación para que los narcos la secuestren, aquí ubicados en el campo, en los pueblos alejados, donde la mayoría de pueblerinos trabajan la droga de las amapolas. En Noche de fuego hay un amor sólido, pero rudo entre madre e hija, notando que es una madre protegiendo a su hija. La hija medio que se le hace complicado entender, sufre, quiere ser como una muchacha común, pero la realidad del lugar no lo permite. Tanto en Noche de fuego como en La Civil el crimen domina el territorio, está muy arraigado. La civil es un thriller emocionante además; es atractivo como la madre, Cielo, va siguiendo los pasos de los criminales y posibles secuestradores y cómplices, como va apartándolos, destruyéndolos. Los lidera o es el principal sospechoso un joven interpretado por Juan Daniel García Treviño, el fantástico protagonista de Ya no estoy aquí (2019), que tiene una risa malévola, muy cruel. Por otra parte Cielo tiene una interacción con su marido, un vaquero mexicano; hay una lucha entre ellos de infidelidad, reencuentro, abandono y desamor. Cielo es una mujer que lleva encima la bandera del feminismo, sin ser militante directa o andar pensando en ello, si bien es ante todo una madre entregada en cuerpo y alma a su hija. En Noche de fuego la hija enarbola el feminismo, a puertas de construirse con la presencia de la madre -esa que bebe y llora lágrimas de azufre olvidando al esposo cobarde y huido-; se ve claramente cuando ella traba relación con el hermano de una de sus mejores amigas -con el arma y con los vehículos de él-, que tiene su buena salsa, su romance juvenil cool en medio del campo salvaje y vivo, intenso, lleno de power. El momento de acercamiento durante la fiesta regional, tras el acto de macho man con el toro, es sublime. También es notable la relación platónica y de fantasía juvenil sensual con el maestro de la gran vocación y el talento y con las amiguitas desde niñitas. Se puede ver un lado original que roza lo sobrenatural con la lectura del pensamiento, puesto como juego infantil. La melancolía de la chiquilla protagonista también es magistral, muy sentida en pantalla de manera natural, a la vez que el amor madre-hija con aspereza es cine en estado de gracia. La Civil es violenta, una mirada descarnada del México feminicida -donde en general la vida vale muy poco y los sicarios gobiernan-, así como las condiciones rurales de Noche de fuego lucen implacables -tal cual las lecturas de las desapariciones-, ambas películas recuerdan la guerra interna, contra el terrorismo, vivida en Perú.