A Máquina infernal
Perteneciente al crítico de cine y programador brasileño Francis Vogner Dos Reis. Dura 30 minutos. Es conocido el cine social brasileño, es un espacio que les gusta trabajar, siempre dando la hora, al pie del cañón mediante la originalidad, como en el uso del cine de género, especialmente del terror y el sci-fi. Vogner hace ver a una fábrica como un lugar para una hecatombe zombie tras una hecatombe nuclear -típico pase del género-, así también como un lugar donde los trabajadores terminan comportándose como robots, convirtiéndose en ello -hasta literalmente-. Una chica yace en su primer día de trabajo, éste es el punto de eje del cortometraje, pero se entiende al final, es algo cíclico. Es el día a día el que tortura a la nueva trabajadora, ¿por cuánto tiempo tendrá para vivir? y ¿cuál es el costo?. La nueva trabajadora imagina explosiones, oye sonidos extraños, es como si el trabajo de obrera le estuviera succionado la existencia. Es cine social con terror, terror o tensión social podríamos decirle.
Hotel Royal
Perteneciente a la portuguesa Salomé Lamas. Dura 29 minutos. Es un corto que luce de bajo presupuesto pero es muy original, se ubica todo en los pasadizos y cuartos de un hotel, estos son protagonistas, junto a una chica personal de limpieza temporal. Ésta chica como que vive en el hotel, es algo trasgresora, se llega a bañar en una de las habitaciones, pasea y hasta baila por los pasadizos. El filme muestra cuartos y analiza a quienes viven ahí mediante los objetos que dejan, al salir momentáneamente para que limpien las habitaciones. Hay análisis muy buenos con sólo los objetos, también lo que vemos muestra gente curiosa, aunque normal. Es como que le gente de verdad que es especial y particular en su individualidad, hablando en gran cantidad, aun cuando suele ser lo contrario -como que todos somos ordinarios y repetitivos- y suele ser algo más propio de la publicidad. Pero en cierta forma tenemos de ambos. El filme tiene de protagonistas al propio hotel y, con ello, espejo de sus clientes o invitados, y a la sencilla mucama, una mujer que hace cine social, que sufre de obrera, y también desde lo más pedestre, la soledad y el aburrimiento; no solo padece como clase baja. Ella se emparenta con cualquiera de la gente de las habitaciones, al mismo tiempo se apodera de las historias de todos ellos, los imagina un poco; a su vez los minimiza como si ella no fuera una persona de clase trabajadora sino una especie de Diosa, dueña del lugar. Es como si los objetos tuvieran vida, fueran seres vivientes; lo material tiene un cierto peso, es desde la óptica que se proponga. El recorrer de los pasadizos por otra parte recuerdan a El Resplandor (1980). La mucama tienta su suerte, pero finalmente Lamas como con ese piano tocando para todo el personal, se rinde a la clase trabajadora, gente como cualquier otra, que no merece ser invisibilizada.