sábado, 21 de agosto de 2021

Criatura, Nimic y The one I love


Son tres películas que tienen en común utilizar el terror y/o el sci-fi alrededor del mismo tema, la crisis y la consiguiente ruptura de pareja o de matrimonio, pasando a la soledad y un mundo psicológico devastado y/o a ser reemplazado. 

Criatura (2021), de la argentina María Silvia Esteve, ganó mejor corto suizo en la sección Pardi di domani del 74 Festival de Locarno. Criatura nos relata sobre como una mujer sufre por su recién terminada relación, una relación lésbica. Ella percibe el mundo distinto al común denominador, en su caída al abismo, como quien -por un lado- pasa por una película de ciencia ficción, semejante a entrar en otra dimensión espacial, por algo extraño, como en aquel viaje final de 2001 Odisea del espacio (1968), de Kubrick, que puede leerse finalmente como un primer paso en el camino hacia el retorno de la compostura, a la reconstrucción interior. Por el otro lado -anterior- ésta mujer de Criatura alimenta un monstruo -visto desde una niña-, en su intimidad, en su enorme dolor, recurriendo al terror (y un poco al recuerdo sensual), al daño psicológico y emocional, momentáneo, como al latente recuerdo de las carencias de la personalidad. Ésta ruptura afectiva de Criatura representa una crisis existencial. 

Nimic (2019), un corto de apenas 12 minutos, del popular cineasta griego Yorgos Lanthimos, es notable. Más allá de hacer de la mujer del metro lucir como una loca (dentro de recursos básicos), con los ojos saltones y gestos de rareza -de robot-, y una música de acompañamiento motivadora hacia el terror, es una película ingeniosa, en como mediante una copia, aunque femenina, ésta reemplaza a un tipo, a un marido, a un hombre de familia y violonchelista, tan solo siguiéndolo y apoderándose de su vida con poco esfuerzo. El corto representa simplemente la pérdida, el divorcio y una nueva conformación, pero Lanthimos y el guionista asiduo de la nueva ola griega Efthymis Filippou hacen lucir todo bastante extraño, bastante atmosférico, hasta ver sobarse los pies mutuamente en una cama -con el objeto en disputa, la esposa- para aludir amor o desamor, así como los niños e hijos son mostrados moldeables fácilmente a cualquier nueva relación, aquí ciertamente una banalidad y algo muy poco atinado, pero es parte del juego imaginativo y fantástico también. El filme transmite un fuerte descorazonamiento con el violonchelista que interpreta un muy buen Matt Dillon. En la propuesta no hay diferencias entre razas ni opción sexual para que alguien te reemplace. Lo terrorífico del asunto es lo tan sencillo que se observa perderlo todo en la vida.

The one I love (2014), debut de Charlie McDowell (hijo de Malcolm McDowell, el protagonista de La naranja mecánica, 1971), con guion de Justin Lader, con quien trabajaría siempre, es una excelente película. El filme entra de lleno al sci-fi con algo sencillo pero audaz y original. Una pareja que están en crisis, donde ella, Sophie (Elisabeth Moss), no lo soporta, está resentida con él, con Ethan (Mark Duplass), van a una casa a vacacionar, a relajarse, en busca de hallar la paz y el amor entre ellos, aconsejados por un psicólogo. Una vez los dos solos allá se dan cuenta que hay unos dobles de ellos literalmente y son perfectos, son lo que ellos no son en la relación con el otro. Todo esto genera mil cosas curiosas. Sobran los momentos cómicos buenos y de nivel y cosas notables para pensar una relación en general. La trama tiene tremendo tino. Ver las salidas del Ethan clon es un alarde de inteligencia. Mientras tanto el Ethan original es un tipo un poco antipático. La Sophie original es algo fastidiosa, difícil, pero tiene justificación. No obstante la Sophie clon es un pan de dulce, dócil y humilde. En cierto momento la película se pone extraña, perturbadora e inquieta, aflora un poco de terror, pero ésta incomodidad pasa. Es una propuesta que es clara y directa, pero es muy novedosa constantemente. Ésta es toda una gran exhibición de ingenio. Con "poco" se ha hecho algo estupendo.