Es una comedia peruana dirigida por Javier Fuentes-León, su tercera película. Retrata a la clase alta limeña representada en 2 familias que son vecinos. Es un retrato típico de broma, para un peruano no es nada del otro mundo, por ello hacer algo realmente especial con los pitucos -como se le dice acá en jerga a la gente de plata- resulta complicado, encima en una comedia, cuando no solemos dominar éste género. No obstante hay varias comedias en nuestro cine, lo intentan todos, incluso directores serios. La mejor comedia peruana, y comedia dramática en realidad, que se ha hecho en el cine peruano es Pantaleón y las visitadoras (1999), de Francisco Lombardi. Las mejores familias se burla de todo lo clásico, incluso hay un personaje interpretado por César Ritter que recuerda a Jaime Bayly. El meollo de la historia es una pésima costumbre peruana, aprovecharse sexualmente de las empleadas. En el filme en un momento clave se dispara la histeria en la mesa, todos contra todos, sacando trapos sucios sin parar como metidos en una balacera, en una película interminable de acción. Ésta extensa secuencia es la mejor del filme, aunque te saca el IGV, te agota, hay que tenerle paciencia. Esto ocurre a media hora de ir a acabar el filme, o sea falta metraje cuando parece todo ya prácticamente finiquitado o gastado todo el tanque de gasolina, pero, claro, falta el final feliz, o arreglar un poco ésta pequeña lucha de clases, de respetos, que quiere manejar la propuesta. Finalmente el mensaje es que todos son una gran familia, y en éste panorama incluyen a los empleados, algo que no luce lejano de nuestra mirada nacional de la realidad. En el fondo es como decir que somos imperfectos y ya, que nos gusta golpearnos/maltratarnos, hacer burradas y malabares, también cometer actos algo malvados con aire de relajo, pero finalmente esto es ser un criollo nacional, esto también es nuestra putiquería, entre nice y al fin y al cabo algo ordinaria. Es un filme coral, donde no queda títere sin cabeza. En varios momentos se pone un tono algo más elaborado de lo de siempre, con ralentización de movimientos y su musiquilla burlesca y de aspecto algo elegante y clásico. No se puede desestimar tampoco -cegarse- que hay muchos momentos ridículos, como lo de tirar a 2 viejas al suelo a jalarse lo pelos o que ellas saquen como as de la manga máscaras de gas tras una protesta de aspecto forzado -más cliché- y poco significativa o muy poco trabajada. El uso elaborado de una protesta (del pueblo) se puede ver en La Llorona (2019), y cójase el guante que es una película de terror. Algún día, esperemos, o mejor no, quizá sea mejor que se rindan, tendremos una buena película peruana burlándose de la aristocracia nacional; mientras tanto seguiremos pensando que como aquí tenemos tan solo un Buñuel barato.