Es una película que tiene humor pero también harto drama,
con un personaje especial, un joven oficial de policía llamado Jim (Jim
Cummings), que ha perdido recientemente a su madre y divorciado puede dejar de tener la
custodia compartida de su hija de 10 años, Crystal (Kendal Farr), y esto lo
derrumba por completo, lo lleva a cometer error tras error.
Jim es una buena persona, aunque el filme se pone un poco perverso
con él, en su mirada se puede leer en un momento que parece sopesar el querer
asesinar a su ex mujer, ya que no puede vivir sin su hija a quien adora. Y no
es el único momento así. El filme que dirige y escribe Jim Cummings juega con esto
en pequeñas puestas en escena, muy sencillas, pero notables, como cuando Jim
pelea con su mejor amigo y en un momento la cámara deja de mostrarlo para pasar
a exhibir a toda la policía alborotada con Jim, y es ahí que la cámara muestra
la razón al abrir el campo de visión, y es que Jim inconscientemente ha
desenfundado su arma.
Momentos como éste hacen ver al protagonista impredecible,
pero aunque puede ser algo violento –aunque no lo admita- tanto como un niño
viejo o un tipo muy maduro y un gran orador o una persona desenfrenada que
puede dejarse llevar por sus emociones, un tipo de múltiples personalidades, la
imagen que más perdura es la del final, de nobleza, cuando salta de humor en
humor, del llanto a la alegría, de la conmoción, el enternecimiento, a la
plenitud y al agradecimiento de la vida, pero no desde lo fácil, sino desde los
peores golpes de la vida, cómo perder a quienes más quieres o quien eres en la
sociedad o lo material. Por todo
ello, como se percibe, es un filme muy rico en profundidad, y todo desde lo
claro, amable y directo.
El filme se enfoca también en los matices de la personalidad, la que no agrada del todo, que tiene altibajos con otros, lo cual puede oírse
muy normal, pero aquí se maneja especialmente bien, con la relación de Jim y su
hermana o con su ex esposa o incluso con su hija y su madre. El filme va descubriendo
puntos débiles en todo el mundo, también producto de situaciones. Ésta
propuesta también tiene su dotada cuota de humor, mucho en la verborrea, expresividad
facial e intensidad de la personalidad del protagonista. La manera como la película maneja las relaciones humanas es tremenda virtud, inclusive con los afroamericanos, habiendo
integración pero mucha naturalidad, poco paternalismo y honestidad. Inclusive
descubrir porque se llama el filme Thunder Road tiene un uso logrado, aunque
directo, más práctico.