domingo, 23 de diciembre de 2018

Dulce país (Sweet Country)


Western australiano perteneciente a Warwick Thornton, ganador del Premio Especial del Jurado en el festival de Venecia 2017, que resalta por la inclusión en la historia de negros aborígenes como servidumbre explotada y maltratada. Cuenta la historia de un hombre de color que en defensa propia mata a un caucásico. El filme utiliza la elipsis en varias oportunidades y hasta algunos flashforwards como destellos. Hay un hombre blanco que sufre de problemas psicológicos, lo vemos sufrir a solas, preparando su arma y disparando a campo abierto, cuando se encapricha con la sobrina de un empleado negro. A Sam Kelly (Hamilton Morris) entonces no le queda otra que disparar y matarlo en una escena potente, visualmente hermosa. El filme no cuenta con muchas escenas de acción, portentosos tiroteos o grandes duelos, pero sí una buena aventura en el escape, donde la película se hace totalmente impredecible, con una llanura de especial estética, salina. La personificación del niño Philomac (interpretado por los gemelos Trevon y Tremayne Doolan) es impresionante, aun cuando su aporte a la narrativa es menor, pero sus mataperradas, su fuerte carácter y su sencillez formal deslumbran en la entrega al rol. En el filme se vive una atmósfera de injusticia hacia los aborígenes negros, pero éste niño no presenta un cariz melancólico, sino una recia y astuta sobrevivencia. Igualmente otro aborigen, Archie (Gibson John), es una personificación magistral, un viejo lobo o, mejor dicho, un dingo. Hay tremenda naturalidad. Bryan Brown es el sargento Fletcher, el tipo rudo, duro, pero finalmente honesto y justo; es un sujeto con mucho carácter, pero no un superhombre. En el filme se da la expectativa de que se enfrenten Fletcher y Kelly. Kelly aunque es un hombre humilde maneja muy bien el arma larga, es de lo más básico, pero aun así imponente. Es un western con todas las de la ley, muy bien plasmado en suelo australiano, de manera esencial y efectiva. Sweet Country (2017) habla de lugares oscuros del pasado y de un futuro incierto. No obstante el levantamiento de una iglesia es la puerta a la esperanza.